Los EE.UU no cesan en
su afán de consolidar su carácter hegemónico y de control absoluto sobre América
Latina y El caribe. Su política de control hacia esta parte del mundo está
sustentada en la Doctrina de Seguridad Nacional que este logro establecer en el
marco de La Guerra Fría.
En 1974, William
Colby, director de la CIA, para el momento, declaraba ante el congreso de los
EE.UU, que este, “tiene derecho a actuar ilegalmente en cualquier región del
mundo, acumular investigaciones en los demás países y hasta a llevar a cabo
operaciones tales como la intromisión en
los asuntos internos chilenos” (a propósito
de la participación de los EE.UU en el golpe contra Allende).
Los EE.UU perfilaron y
consolidaron su política hegemónica y de control absoluto, a partir del 11 de
septiembre del 2001, con el derribo de Las Torres Gemelas. Desde allí empezaron
a desarrollar su doctrina de “La Guerra
Infinita”. No es casual que su presupuesto militar, inmediatamente a ese hecho,
se halla elevado a la equivalencia del presupuesto militar de 21 países. Al
igual que la instalación de bases militares a lo largo y ancho del mundo, pero
en mayor número en América Latina y El Caribe.
Alfred T. Mahan sostenía
que; “la extensión y consolidación del poder continental de su país pasaba por
el control global de los océanos y las líneas
de comunicación marítimas”.
Este mismo personaje,
quien fue un amplio estudioso de los temas miliares, estaba convencido de que
los EE.UU debían construir un canal que les facilitara, además del tráfico
comercial, el traslado de toda la flota de guerra al momento de un conflicto. Y
dentro de su esquema, los EE.UU debían militarmente Hawái y las cuatro rutas marítimas
caribeñas al noreste del canal: El Paso de Yucatán (entre Cuba y México), El
Paso de Los Vientos (la principal ruta norteamericana de acceso al canal
entre Cuba y Haití. El Paso de La Mona
(entre Puerto Rico y La Republica Dominicana. Y el Paso de Anegada (cerca de
St. Thomas).
No obstante al poder hegemónico
de los EE.UU, en el mundo despuntan otros países que dan garantía de la
multipolaridad económica y política, y que al menos abren la posibilidad de que
América Latina y El Caribe establezcan libremente lazos de cooperación.
El surgimiento del
liderazgo de Hugo Chavez le dio un vuelco a la política continental. Pues, su liderazgo
y su discurso de unidad valieron para fomentar estrategias geopolíticas capaces
de dar certeras victorias a estos pueblos del continente americano tan
diezmados y golpeados por la bota norteña. Valga decir, momentos estelares en donde nuestros pequeños
países han logrado asestarle “pequeñas” derrotas al imperio, pero grandes
victorias para la moral histórica de nuestros pueblos.
En el año 2005 y por
primera vez, es elegido para presidir la OEA, un candidato que no contaba con la anuencia de los EE.UU. Es nombrado
Secretario General Jose Miguel Insulza. Y ese mismo año en Mar de Plata, los
EE.UU sufren un duro revés al no poder imponer el ALCA (ALCA pal carajo, como decía
Chavez).
Ya en 2002 había
fracasado el golpe de estado en Venezuela contra Hugo Chavez. Y esa también la
contamos como una victoria. Como victoria es que no hayan podido derrotar a Nicolás
Maduro y a La Revolución Bolivariana. Lo mismo ocurrió en Bolivia en 2008
(aunque hoy concretaron el golpe de estado contra Evo Morales). Y en Ecuador en
el 2010. Correa salió victorioso, pero años después Lenin Moreno se entregó a
los interese imperiales, y con él al país y el significado de Ecuador en el movimiento
liberador continental. No es poca cosa lo ocurrido.
Otra “pequeña” gran
victoria fue la vuelta de Cuba (para su momento), al seno de la OEA, después que
está en 1962 había sido marginada del contexto internacional.
Así tenemos otras “pequeñas”
grandes victorias, como por ejemplo, los ejercicios militares realizados en
conjunto entre Rusia y Venezuela y la mediación que hizo Venezuela para lograr
la liberación de los rehenes de la FARC. Triunfo diplomático sin dudas. Y qué
no decir de la salida de la DEA y el ejército norteamericano de las
instalaciones venezolanas. Así como el desmantelamiento de la base militar de
EE.UU en Manta, Ecuador.
La creación de UNASUR,
una genialidad política de Hugo Chavez y la puesta en funcionamiento del Consejo de Defensa Suramericano y la creación
de La Comunidad de Estado Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Pero el enemigo no se
achica y se rearma. Siempre con el apoyo de líderes rendidos ante los intereses
de potencias foráneas. Hombres como Álvaro Uribe Vélez, Luis Almagro, Julio
Borges, Juan Guaido, y muchos que conforman una larga lista, algún día tendrán que
rendirle cuentas a la historia y a sus pueblos.
El liderazgo de Hugo
Chavez demostró que la unidad de los pueblos es un arma letal para combatir al
imperio. Es la misma visión gran colombianista y anfictiónica impulsada por
Simon Bolívar. Por eso decimos, con la fe puesta en el porvenir, que; “Alerta,
alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina”.-