Hay compañeros que viven
en una permanente crítica al gobierno bolivariano. Son implacables, severos y
constantes en sus críticas. Todo lo que el gobierno hace, para ellos, está mal
hecho. Como que las acciones del gobierno están fuera de las anotaciones de sus
apuntes ideológicos.
Muchos olvidan que
El Gobierno Bolivariano no es un gobierno normal, que el Estado Venezolano es
un Estado asediado, bloqueado, perseguido y cuestionado por las elites y por
los centros de poder del mundo. Que sobre él, y sobre el pueblo venezolano se
cierne una guerra no convencional, que obliga a su dirigencia a manejar todo el
poder de las decisiones sobre la base de estrategias, lo más parecido a un
juego de ajedrez.
Del propio seno de
la revolución se oyen voces agoreras. Críticos despiadados, muchos escudados en
un pasado glorioso o en el liderazgo de Hugo Chavez, pero que se empeñan en
atacar al presidente Nicolás Maduro y a cuestionar todas las políticas que
desarrolla el Gobierno Bolivariano.
Es el nuevo
oposicionismo. Una corriente crítica, anti gobierno; sectaria y dogmática, que
no entienden el momento histórico que vivimos. Y que se “olvidan” y no quieren
ver, la necesidad que tienen los centros de poder del mundo, de aniquilar el
ejemplo que pueda emanar del seno de esta sociedad. Tal como han querido hacer
con Cuba y sus más de 50 años de bloqueo.
Si en algo no debe
haber dudas es que El Gobierno Bolivariano es, por antonomasia, un gobierno de
izquierda, que en su lógica, gira contrario a como los centros de poder
dominante del mundo, quisiera que giraran.
La lógica es girar
en torno a las políticas que diseña el modo de producción capitalista, que
entre otras cosas implica, abolir conceptos como la soberanía, la libertad, la
autodeterminación, la independencia. Y mucho más allá, implica también, retomar
el viejo proyecto de dominación, que planteaba la eliminación de las fronteras,
de las policías nacionales, la eliminación
de los ejércitos y la vieja panacea de la privatización.
La oposición a todos
estos conceptos y aguas adentro, la profundización de la democracia participa y
protagónica; plasmada en la novísima y revolucionaria Constitución Nacional,
hacen que nuestro país sea ejemplo de dignidad y con una clara posición de
izquierda.
Sin dudas, la crisis
aprieta. Los EE.UU, con apoyo de factores internos; apátridas y sin ningún compromiso
con Venezuela, provocan profundas distorsiones de la cotidianidad del
venezolano y de la sociedad en general, buscando sumar descontento y el
surgimiento de voces agoreras que le quiten legitimidad al apoyo popular que
tiene el gobierno.
Los enemigos lo han
intentado todo. Desde el magnicidio hasta la intervención extranjera. Y sin
dejar de mencionar, la guerra psicológica; esa especie de fenómeno invisible
que pulula por todos lados; que es intangible, pero que como un virus, invade
la mente de todos y logra la disociación de muchos.
En Venezuela los
sectores oposicionistas, que ha liderado la violencia, están derrotados políticamente.
Si bien las fuerzas revolucionarias, chavistas y nacionalistas están cohesionadas
y fuertes, no es menos cierto que hay expresiones, de izquierda, que cada día
mas profundizan su giro a la Derecha. Solapada bajo la crítica y la auto
critica, escudada en el legado de Hugo Chavez y oculta en frustraciones
personales, que pretende sustituir a la Derecha legitima enemiga de La Revolución
Bolivariana.
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