Desde “alguna” parte se han empleado
duro para dividir a las fuerzas revolucionarias; chavistas, progresistas y
nacionalistas que apoyan el proceso bolivariano. Esto, sin ánimos de negar esa
especie de germen que pulula en las mentes de los tránsfugas y traidores. Esos
Judas que en el momento más apremiante traicionan al compañero de camino.
Hugo Chávez fue muy
claro, fue un visionario, un hombre que vio “por encima de las edades”, y antes
de partir dejo clara las instrucciones. Más sin embargo, muchos disidentes y
traidores a su legado, usan al Comandante en sus sermones, para justificarse.
Son artos conocidos
los ejemplos de muchos dirigentes y ex ministros de Chavez que ahora disparan
desde la acera de enfrente. Se dicen herederos legítimos del Comandante y desde
allí descalifican a la alta dirigencia de La Revolución Bolivariana.
Desde hace tiempo
vienen militando, con su cobardía a cuestas, del lado de los enemigos del
pueblo venezolano. Son los eternos vendedores de mentiras, que no detienen su
marcha. Son “el nido de alacranes” del que se refería El General Muller Rojas.
Con La Ley
Antibloqueo hay quienes se han atrevido de llamar traidor a Nicolás Maduro. Y
digo atrevimiento porque si alguna virtud tiene El Presidente es precisamente
la lealtad. Maduro muy bien pudo haberse
ido por el camino de los traidores y les hubiese puesto en bandeja de plata el país
a los gringos, y listo. Todos felices. Así
lo hizo Lenin Moreno, Luis Almagro, el presidente de Chile, de Uruguay, de
Brasil, de Colombia, etc. Ah no, pero Nicolás Maduro prefirió el camino de la
dignidad y prefirió ganarse un lugar en la historia. Allá en el pedestal
reservado para los valientes.
Estamos en guerra y
nadie puede jugar a la ingenuidad. Es hora de formar filas en torno a la patria.
Los discursos bonitos y los análisis jurídicos quedan para después. Aquí de lo
que se trata es de Venezuela. Y hoy más que nunca retumban las palabras de
Fidel Castro Ruz; “En una fortaleza sitiada, cualquier disidencia es traición”.