EL ESTADO SUBVERSIVO (UNA CRITICA NECESARIA)
HÉCTOR RESPLANDOR
Estamos completamente de acuerdo con esa premisa que pregona la muerte del viejo Estado y el nacimiento de otro. Más sin embargo, no es menos cierto que lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir. Una especie de dicotomía que obliga a la dirigencia revolucionaria ha asumir una profunda reflexión en torno al papel del Estado, y en torno incluso, al liderazgo y su papel en la dinámica diaria de la sociedad.
Por su misma naturaleza el Estado que está naciendo ha de surgir con un sello subversivo. Esto implica que toda su estructura; sus instituciones, sus dirigentes, sus políticas; todo su accionar, deben contribuir, primero, para demostrar lo inadecuado, lo inviable, lo absurdo e inhumano encerrado o contenido en el viejo Estado. Pero en segundo lugar, deben demostrar que si es posible unas nuevas formas de convivencia social, de desarrollo y de progreso.
Por ello creemos necesario un Estado subversivo. Un Estado que lejos de esforzarse por asumir posiciones conservadoras; que peligrosamente pueden rayar en un afán por lograr la ansiada “estabilidad”, acelere de una vez por todas la muerte del viejo Estado burgués.
No sabemos hasta que punto puede ser contradictorio que nos empeñemos en detener, por ejemplo, la furia de la clase obrera, cuando sus reclamos y exigencias; y es algo que no debemos olvidar, obedecen a los viejos acuerdos logrados, con sus viejas estructuras y métodos, pero sobre la base de la cultura del Estado burgués, de su ética y de sus prácticas políticas. Cuantas veces no fuimos nosotros los que estuvimos del otro lado; como estudiantes, como obreros, como gente de pueblo que reclamaba reivindicaciones. Solo que aquí no se trata de reivindicar nada. O mejor dicho, aquí no se trata de reivindicar al Estado burgués, se trata de destruirlo. Por que el problema de nuestro pueblo no es que le asfalten la calle o le tapen el hueco, es elevarlo en su conciencia y en la convicción firme de que otra ética es posible, de que otros mecanismos de convivencia son posibles. Es completamente coherente la visión del Comandante Chávez de impulsar el poder popular, de crear mecanismos legales que le den herramientas al pueblo para organizarse y participar activamente en la vida del país.
Si de algo debemos cuidar al Estado, es que este no pierda su carácter subversivo. No debemos perder la piel revolucionaria, para que mañana tristemente salgamos a aflorar, tal como lo decía el viejo Domingo Alberto Rangel, un esqueleto reformista.
Peligrosamente le estamos añadiendo a la oposición venezolana un carácter revolucionario. Pues, si ellos son “desestabilizadores”, el gobierno que lidera El Comandante Chávez no puede darse el lujo de asumir la “estabilidad” del Estado que precisamente los subversivos, los revolucionarios, los ñangaras, por años, nos hemos empeñado en cambiar, en revolucionar.
Es propicia la coyuntura para que “la izquierda subversiva” que está en el gobierno; y me refiero a la dirigencia, a los compañeros y camaradas que están en función de gobierno, actúen concientemente en aras de romper el empirismo y el pragmatismo que prevalecen en sus prácticas cotidianas, y en la militancia en general.
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