Todo el dilema parece conducir a una sola cosa. La mentira
contra la verdad, la pobreza contra la riqueza, lo malo contra lo bueno, la
diestra y la siniestra. Ser o no ser. Vida o muerte.
Poco a poco la alienación se va quedando atrás como
herramienta de subyugación. Los mecanismos de dominación se han perfeccionado y
utilizan modernos mecanismos científicos
para lograr sus objetivos. Claro, el objetico sigue siendo el mismo;
lograr que el hombre pierda capacidad de
discernir, de pensar coherentemente, de tomar decisiones acertadas y por
supuesto, desvirtuarlo de todos los principios que coadyuvan hacia una vida
sana, feliz y en libertad.
El estado ideal del hombre, para quienes manejan los hilos
del poder y de la dominación, es que este sea un ser sumiso, dócil y obediente.
Que se aniquile su capacidad de indignación y de rebeldía.
La manipulación comunicacional es un arma letal. Desde los
centros de poder se manipula al hombre cuales rebaños que se conducen sin
ningún tipo de perspectiva. Nuevamente nos conducen a un tipo de era primitiva
del pensamiento, donde para nada sirven los grandes aportes sobre convivencia
humana y todos esos conceptos que hasta ahora nos han permitido entender que el
hombre “es un ser racional por excelencia”.
Quienes mueven los hilos de la mentira han dañado a
generaciones enteres. Desde hace muchísimos años la construcción de la mentira
ha venido siendo acompañada de escenificaciones y montajes, para que no quede
dudas su veracidad. Es decir, para que no quede dudas de que la mentira sea
verdadera. A ella se le da forma, dimensiones, sonido, efectos especiales y
todo en conjunto termina por ser la verdad que se quiere imponer.
El imperio de quienes mueven los hilos de la verdad no escatima
esfuerzos y costos. Todos mienten para favorecer un interés. Mientras tanto nos
alejamos cada día más de los elementos vitales de la vida; la convivencia
humana, que es una acción gregaria y hasta natural de la especie, se ve
sustituida por el individualismo y por el egoísmo. El hombre como enemigo del
hombre. El hombre reducido a los antivalores que lo niegan a sí mismo en cada
paso que da.
De qué sirve la riqueza si a cada paso que damos tenemos que
saltar por encima de los cadáveres, que tendidos en el suelo, han claudicado a
la vida por un pedazo de pan?
De que nos sirve el confort y la comodidad si a diario mueren
seres porque no tienen un techo donde guarecerse?
La mentira, esa que a cada momento reproduce sistemáticamente
la massmedia, que recluta adeptos para sus propósitos con cualquier migaja, no
puede hacerse costumbre entre nosotros e instalarse en nuestra cotidianidad.
Debemos romper el cerco e inventarnos nuevos canales comunicantes y rescatar la
vitalidad que encierran gestos como la solidaridad, la compasión, el altruismo
y los elementos que nos conducen a la trascendencia.
Ciertamente Don Héctor. de que vale tener y tener y si no se sabe querer y amar al prójimo.... No vale de nada cuánta valía se le endose en los bolsillos...
ResponderEliminarEs como una especie de Vanidad egoísta, donde a veces quedamos atrapados en una existencia dolorosa. Tratando desenfrenadamente en quedar bien y causar buena impresión a ciertos círculos de poder, olvidándonos hasta de nuestras propias raíces. Nuevamente te Felicito Hermano.
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