lunes, 16 de marzo de 2020

EL PODER DE LA MENTIRA.



Todo el dilema parece conducir a una sola cosa. La mentira contra la verdad, la pobreza contra la riqueza, lo malo contra lo bueno, la diestra y la siniestra. Ser o no ser. Vida o muerte.
Poco a poco la alienación se va quedando atrás como herramienta de subyugación. Los mecanismos de dominación se han perfeccionado y utilizan modernos mecanismos científicos  para lograr sus objetivos. Claro, el objetico sigue siendo el mismo; lograr que el hombre pierda  capacidad de discernir, de pensar coherentemente, de tomar decisiones acertadas y por supuesto, desvirtuarlo de todos los principios que coadyuvan hacia una vida sana, feliz y en libertad.
El estado ideal del hombre, para quienes manejan los hilos del poder y de la dominación, es que este sea un ser sumiso, dócil y obediente. Que se aniquile su capacidad de indignación y de rebeldía.
La manipulación comunicacional es un arma letal. Desde los centros de poder se manipula al hombre cuales rebaños que se conducen sin ningún tipo de perspectiva. Nuevamente nos conducen a un tipo de era primitiva del pensamiento, donde para nada sirven los grandes aportes sobre convivencia humana y todos esos conceptos que hasta ahora nos han permitido entender que el hombre “es un ser racional por excelencia”.
Quienes mueven los hilos de la mentira han dañado a generaciones enteres. Desde hace muchísimos años la construcción de la mentira ha venido siendo acompañada de escenificaciones y montajes, para que no quede dudas su veracidad. Es decir, para que no quede dudas de que la mentira sea verdadera. A ella se le da forma, dimensiones, sonido, efectos especiales y todo en conjunto termina por ser la verdad que se quiere imponer.
El imperio de quienes mueven los hilos de la verdad no escatima esfuerzos y costos. Todos mienten para favorecer un interés. Mientras tanto nos alejamos cada día más de los elementos vitales de la vida; la convivencia humana, que es una acción gregaria y hasta natural de la especie, se ve sustituida por el individualismo y por el egoísmo. El hombre como enemigo del hombre. El hombre reducido a los antivalores que lo niegan a sí mismo en cada paso que da.
De qué sirve la riqueza si a cada paso que damos tenemos que saltar por encima de los cadáveres, que tendidos en el suelo, han claudicado a la vida por un pedazo de pan?
De que nos sirve el confort y la comodidad si a diario mueren seres porque no tienen un techo donde guarecerse?
La mentira, esa que a cada momento reproduce sistemáticamente la massmedia, que recluta adeptos para sus propósitos con cualquier migaja, no puede hacerse costumbre entre nosotros e instalarse en nuestra cotidianidad. Debemos romper el cerco e inventarnos nuevos canales comunicantes y rescatar la vitalidad que encierran gestos como la solidaridad, la compasión, el altruismo y los elementos que nos conducen a la trascendencia.
     

2 comentarios:

  1. Ciertamente Don Héctor. de que vale tener y tener y si no se sabe querer y amar al prójimo.... No vale de nada cuánta valía se le endose en los bolsillos...

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  2. Es como una especie de Vanidad egoísta, donde a veces quedamos atrapados en una existencia dolorosa. Tratando desenfrenadamente en quedar bien y causar buena impresión a ciertos círculos de poder, olvidándonos hasta de nuestras propias raíces. Nuevamente te Felicito Hermano.

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