jueves, 8 de abril de 2021

EL MUNDO Y SUS PASOS DE GIGANTE.

 

 

   Si miramos atrás, hace poco tiempo, era común ver largas filas de gente en un teléfono público esperando para llamar, y las manos llenas de monedas para poder alimentar el consumo de la llamada. Y en los teléfonos fijos, cual si fuera una cita, nos apostábamos con antelación para recibir la llamada.

   Las computadoras eran maquinas complejas. Al igual que las máquinas de escribir eléctricas. Había que hacer cursos para poder dominarlas. Así también  las noticias en los periódicos. Escuchar decir “extra, Extra, Extra”, era sinónimo de primicia. Era una noticia en desarrollo o que acababa de ocurrir. Decirse hombre informado, era poder pasearse por un sinfín de conocimientos. Era o es, manejar información.

   Quien diría que el desarrollo de las fuerzas productivas, acelerado desarrollo diríamos, produjera esta “modernidad” tan terrible de hoy día. Tanto, que expone a la imaginación, expresada en tecnología 5G, a realidades virtuales, tan reales, que casi tienen al mundo sumergido en una guerra nunca antes imaginada.

   Toda esta generación que hemos estado atravesada en medio de dos siglos, arrastrando los temores del fin del milenio, quizás anhelamos algún día, vivir en la modernidad. Ahora la realidad nos parece tan virtual y absurda, que añoramos el pasado. Nuestras vidas, y así la vida de todos, parecen marionetas que se mueven al ritmo que establezcan los amos del mundo. Es como que la novela del gran George Orwell, 1984, publicada por primera vez en 1949 se estuviera haciendo realidad.

   La vida de todos los ciudadanos del mundo está siendo vigilada. Alguien oye nuestras conversaciones y lee nuestros correos. Y lo más terrible, se están empleando, desmedidamente, ensayos de laboratorio de guerra psicológica, que sin dudas buscan impactar el sano juicio de la gente. Ya es normal ver la perdida de la sindéresis, del sano juicio, del sentido común, que ahora no es tan común como dicen. La gente deambula alienada totalmente y denotando comportamientos cada vez más alejados de la condición humana. Valga decir; “vemos humanos, mas no humanidad”.

   Cuando miramos de manera retrospectiva el tiempo, no es nada lo que ha avanzado el mismo, pero todo ha cambiado tan rápido. Ya nada es igual. Si, son nuestras propias vidas ínfimos episodios de un gigante que a cada paso que da, tarda un siglo. He allí a Bolívar y su dialogo con el tiempo, en su Delirio sobre El Chimborazo. Ese gigante que es capaz de ver por sobre las edades y le dijo a Bolívar; “Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la eternidad; los límites de mi imperio los señala el infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro y por mis manos pasa lo presente…”.

   Para los que pensábamos que este nuevo siglo seria el siglo de las luces; no obstante a los avances técnicos y científicos, y no obstante a tanta “modernidad”, la realidad que se devela luce muy adversa para la armonía, la paz y el progreso. Mientras tanto, no caería  nada mal ir repensando nuestra existencia, como especie, y nuestra relación con la naturaleza.  

       

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