Con todo lo que se quiera decir, La Lucha
Armada, en Venezuela, fue sin dudas una gesta heroica y quijotesca. La estirpe
rebelde que acompaña al pueblo venezolano; como herencia histórica dejada por
los negros y esclavos; en las llamadas luchas precolombinas y la herencia que
nos dejo El Hombre más Grande que ha parido esta América; Simón Bolívar y todos
los héroes de la lucha independentista, han signado para siempre las luchas
revolucionarias, y en consecuencia, la lucha armada que se vivió intensamente
en Venezuela en los años 60, 70 y 80. Nuestra tierra está abonada por la sangre
de miles y miles de jóvenes que murieron bajo la férrea convicción de sus
ideales.
Pero La Lucha Armada parió también mucha
solidaridad, mucha poesía, mucho dolor en el seno de las familias. Las cárceles
estaban llenas de presos políticos y las casas y los cementerios, llenos de
dolor.
Alí Primera era un cantante subversivo. Su
canto aliviaba el dolor. De modo que era uno más de la casa. Y El Che era ese
extraño personaje que con su mirada de
conciencia nos decía que “El Hombre Nuevo” somos nosotros mismos, pero ahora,
hombres colectivos, hombres conciencia, hombres transformadores, hombres
revolucionarios.
Pero la lucha revolucionaria trajo también
la figura del delator, del traidor, del tránsfuga. Gente que comprometió vidas
y sueños y que por alguna circunstancia, cedieron su compromiso y trayectoria,
ante el enemigo.
Hay ejemplos emblemáticos de estos
personajes. Gabriel Puerta por ejemplo y Bandera Roja (BR). Y como ellos,
muchos que hoy militan en la derecha mas reaccionaria y retrograda. Gente a
quien no le ha importado, para nada, la estela de sangre digna que se derramó
en Venezuela, de millones de personas que apostaron con su vida en la
“aventura” que enaltece más a un ser humano, en esa que se apuesta con la vida
misma, cual convicción de que se está haciendo lo correcto.
A veces creemos que uno de los
“infantilismos” (si se me permite el
término), mas grandes de que padeció la guerrilla venezolana, es que pareciera
que nunca contemplaron la toma del poder como un objetivo estratégico
fundamental, en la lucha por la liberación real del pueblo.
La lucha cotidiana, a sabiendas siempre de
que el enemigo a vencer era un gigante de mil cabezas, colocaba a los
revolucionarios en un estado permanente de sobrevivencia. La posibilidad de la
muerte era el eslabón más seguro de conseguir. He allí lo gallardo de la gesta.
Por eso suenan lapidarias las palabras del
dramaturgo y poeta Alemán Berthold Brecht (1898-1956), cuando decía, que; “hay
hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan unos años y son
mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que
luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles”
Por que es que si hurgamos en la necesidad
existencial del hombre; en su felicidad y bienestar, aun seguimos arrastrando
la utopía más hermosa de la especie humana. Soñar en la alborada, en que el
mañana nos ha de deparar un mundo distinto; de progreso, de bienestar, de
felicidad.
Que son unos tontos los soñadores? Más tonto
es vivir vacíos, llenos de la nada. Sin perspectivas, sin sueños, sin ese alo
de altruismo que nos hace ser seres
elevados y trascendentes.
Es hermoso y ejemplarizante ver a esos
sobrevivientes de La Lucha Armada, portadores, aun, de la bandera más preciada
de un revolucionario; la dignidad. Verlos irreductibles y firmes, pero verlos
soñadores.
Caso contrario, a los trásfugas; traidores y
desertores; los engañadores de siempre, los que como las serpientes, solo
tragan para saciar su hambre, pero que ya están derrotados por su conciencia.
Como Judas, han de cargar con el peso histórico de la traición.
La crisis del capitalismo nos coloca ante un
dilema que El Comandante Chávez, haciendo alusión a Rosa Luxemburgo, describía
magistralmente; “civilización o barbarie”. La crisis es planetaria, es
sistémica, es existencial. El Modo de Producción Capitalista se agotó al punto
de poner en peligro la existencia humana.
El Papa Francisco en su Carta Encíclica
sobre “El Cuidado de La Casa Común” ha dejado plasmada su preocupación sobre el
medio ambiente y los cuidados de la tierra. Ha llamado a mirar el planeta con
una nueva visión. Verlo como nuestro hogar.
El porvenir necesita de militantes por la
paz y la vida. Hombres imprescindibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario