Lo que al principio
parecía una consigna de agitación política, poco a poco y con el pasar de los
años, nos ha hecho comprender que en el comportamiento, en la conducta y forma
de ser de algunas personas que lideran el oposicionismo en Venezuela, hay
vestigios de locura y de desequilibrio mental.
Atrás queda el
discurso de altura, de buena prosa, de profundidad literaria y de poesía, que
llenaban los recintos donde se debatía política. Aunque hombres de derecha, no
obstante de rozar la socialdemocracia, no se
les podía negar sus dotes intelectuales y sus capacidades discursivas.
Dicen por ejemplo que escuchar a Andrés Eloy Blanco en el antiguo Congreso
Nacional, era un deleite. Al mismo Jovito
Villalba, considerado el mejor orador que ha pisado el parlamento. Y así
Rómulo Gallegos, Prieto Figueroa, Miguel Otero Silva, Jesús Farias y muchos
intelectuales que le daban un aire de altura a la política.
Es terrible la
crisis que envuelve a la cúpula oposicionista al gobierno bolivariano y a
mucha dirigencia que adversa al chavimo. Lo primero que salta
a la vista es la perdida de la palabra como documento. Pues, un día dicen una
cosa y al otro día lo niegan. No importándoles que todo haya quedado registrado
y grabado.
Muchos de los
dirigentes oposicionistas no entienden que Chávez trajo a la cotidianidad una
forma distinta de hacer política. Una donde el dirigente tiene que estar
compenetrado con el pueblo, su gente y sus problemas. O donde el funcionario
público deja atrás las muchas barreras y privilegios que dan los cargos, para
toparse, cara a cara con el pueblo. Con Chávez ha resurgido la sensibilidad
social y el compromiso con el más necesitado. Los problemas de la gente se han
individualizado. Y como dice Diosdado; “casa por casa, caso por caso”. Se busca
que los problemas de la gente no sean un número, una estadística, una cifra.
Estamos obligados a ir a lo humano. A la sensibilidad del pueblo; allí donde la
fibra humana se toca. Al abrazo, a la solidaridad, al hacer de uno el problema
ajeno.
Cuando la dinámica
política nos trae a la palestra a personajes como Ramos Allup, Chuo Torrealba,
Freddy Guevara, Capriles, Julio Borges, Corina Machado, Diego Arria, Luis
Florido, Ledezma y un largo etcétera, no nos queda más que admitir que en la
oposición política venezolana (y allí incluimos a la CEV- Diego Padrón y
comitiva), hay una crisis de liderazgo
muy seria. Como que todo lo
delegan al marketing. No les importa lo que la gente piense. De hecho, la
mayoría de diputados que hoy conforman la AN, y suena irónico decirlo, no los
conocen en ninguna parte.
El discurso se ha
tornado incoherente. Hablan más para la massmedia perversa internacional, que
para el pueblo venezolano. Es que no les importa lo que piense el ciudadano
común.
Hay una especie de
locura en el dirigencia oposicionista venezolana. No hay perspectiva de país.
Solo un empeño terco de entregar las riquezas a los centros imperiales de poder
del mundo. Hasta el término patria lo descalifican en su afán de querer descalificar al chavismo.
La dirigencia
opositora está entrampada. La llamada unidad es como un mecanismo de control
interno para garantizar que no abandonen sus posturas a la hora de hacer
política. Es una unidad que les garantiza avanzar sin el pueblo.
De verdad que tiene
vigencia aquella consigna de Diosdado Cabello; “Chávez los tiene locos, Chávez
los tiene locos…”