Es cosa seria la lealtad. Mucha de la crítica hacía Nicolás
Maduro, incluso la más ácida, proviene de gente que estuvo muy cerca del
Comandante Chávez. Gente que ocuparon altos cargos y grandes responsabilidades,
y que ahora en la ausencia física de Chávez, se dicen intérpretes y fieles a su
legado y disparan duras críticas a quien ha asumido; guiado por las circunstancias
del destino, la conducción y el liderazgo de La Revolución Bolivariana.
Y es que, si
alguna virtud ha distinguido a Nicolás Maduro, es la lealtad ante el mandato
divino hecho por Chávez.
Grandes traidores
han sido, quienes cobijados en el liderazgo de grandes líderes, como el caso de
Almagro con Pepe Mújica y en contra de toda la corriente revolucionaria que
empezaba a recorrer el continente, que hasta contó con el voto de Venezuela
para asegurar la secretaria general de la OEA, y que después se convirtió en
enemigo acérrimo de toda esperanza y cambio revolucionario. O el caso de Lenin
Moreno, Presidente de Ecuador, apoyado por Correa e impulsado por un proyecto
de país, terminó luego alineado en un proyecto político favorable a las élites.
En Venezuela la
lista es larga. Y lo más osado es que muchos se escudan en la imagen de Hugo
Chávez para atacar a La Revolución Bolivariana. Esconden su traición y
deslealtad en una rica verborrea. Filosofan, hacen ponencias, escriben
tratados, dan entrevistas, participan en foros y hasta se hacen llamar Marea
Socialista. Más chavistas que Chávez y más radicales que nadie. Pero un detalle
los delata; no conocen la palabra LEALTAD.
La lealtad de
Nicolás Maduro es épica. Él es como un barco en medio de una tempestad. Es
azotado fuerte por los enemigos más acérrimos de Venezuela y del pueblo, pero
su convicción y su claridad de pensamiento lo ubican triunfante ante las peores
tempestades. Él Muy bien pudo haberle dado una patada a la mesa y tirar por la
borda ese peso histórico que significa agarrar el relevo dejado por Hugo
Chávez. Pero no, él prefirió emular al líder y consagrarse ante un pueblo y
librar la batalla más importante que libra pueblo alguno en esta hora. Decidió montarse
en el carro de la historia y vivir por siempre en la grandeza de los hombres.
Allá en aquel olimpo reservado solo para los hombres capaces de perder todo y
de ganar solo lo que la gloria les consagre (un poco parafraseando a Bolívar).
Nicolás
tomó el camino más espinoso, pero el más digno. El camino de la lealtad, pero a
su vez, el camino del altruismo, el de la grandeza, el que convierte a los
hombres en almas de siglo y de generaciones. El camino de la liberación.