martes, 31 de octubre de 2017

LA LEALTAD ES UNA VIRTUD

   Es cosa seria la lealtad. Mucha de la crítica hacía Nicolás Maduro, incluso la más ácida, proviene de gente que estuvo muy cerca del Comandante Chávez. Gente que ocuparon altos cargos y grandes responsabilidades, y que ahora en la ausencia física de Chávez, se dicen intérpretes y fieles a su legado y disparan duras críticas a quien ha asumido; guiado por las circunstancias del destino, la conducción y el liderazgo de La Revolución Bolivariana.
  Y es que, si alguna virtud ha distinguido a Nicolás Maduro, es la lealtad ante el mandato divino hecho por Chávez.
 Grandes traidores han sido, quienes cobijados en el liderazgo de grandes líderes, como el caso de Almagro con Pepe Mújica y en contra de toda la corriente revolucionaria que empezaba a recorrer el continente, que hasta contó con el voto de Venezuela para asegurar la secretaria general de la OEA, y que después se convirtió en enemigo acérrimo de toda esperanza y cambio revolucionario. O el caso de Lenin Moreno, Presidente de Ecuador, apoyado por Correa e impulsado por un proyecto de país, terminó luego alineado en un proyecto político favorable a las élites.
   En Venezuela la lista es larga. Y lo más osado es que muchos se escudan en la imagen de Hugo Chávez para atacar a La Revolución Bolivariana. Esconden su traición y deslealtad en una rica verborrea. Filosofan, hacen ponencias, escriben tratados, dan entrevistas, participan en foros y hasta se hacen llamar Marea Socialista. Más chavistas que Chávez y más radicales que nadie. Pero un detalle los delata; no conocen la palabra LEALTAD.
   La lealtad de Nicolás Maduro es épica. Él es como un barco en medio de una tempestad. Es azotado fuerte por los enemigos más acérrimos de Venezuela y del pueblo, pero su convicción y su claridad de pensamiento lo ubican triunfante ante las peores tempestades. Él Muy bien pudo haberle dado una patada a la mesa y tirar por la borda ese peso histórico que significa agarrar el relevo dejado por Hugo Chávez. Pero no, él prefirió emular al líder y consagrarse ante un pueblo y librar la batalla más importante que libra pueblo alguno en esta hora. Decidió montarse en el carro de la historia y vivir por siempre en la grandeza de los hombres. Allá en aquel olimpo reservado solo para los hombres capaces de perder todo y de ganar solo lo que la gloria les consagre (un poco parafraseando a Bolívar).
  Nicolás tomó el camino más espinoso, pero el más digno. El camino de la lealtad, pero a su vez, el camino del altruismo, el de la grandeza, el que convierte a los hombres en almas de siglo y de generaciones. El camino de la liberación.

miércoles, 4 de octubre de 2017

EL SUR TAMBIÉN EXISTE

El Sur parece el lado B del disco. La otra cara de la moneda; el débil ante el poderoso, el patio trasero donde los colonizadores practican su poderío. El Ecuador parece una línea imaginaria trazada por el creador, para concentrar en él gente buena, bondades naturales, pero también rituales y formas armoniosas de vivir; donde lo ancestral está marcado en el alma de todo ser, pero que es lo que finalmente explica los hombres que somos, este tipo de hombres de esta parte del mundo. No obstante a ser invisibilizados, oprimidos, despreciados, y subestimados en gran medida.
El Norte se nos presenta como la gran quimera, la modernidad, lo avanzado, lo superior. El primer mundo. Allí está el hogar de Mickey Mouse y El Pato Donald y en donde se cree que todo sueño es posible de hacerse realidad. El Norte con su smoke que cubre las ciudades y que contamina las esperanzas de un mundo mejor, se convierte cada vez más en un gran mercado donde la vida está signada por la oferta y la demanda y en donde los hombres son estadísticas, un tarjetahabiente, un código, una cuenta bancaria, y en donde la felicidad y el éxito lo determinan la acumulación de bienes.
En América del Sur la vida tiene otros colores, los doce países que la conforman (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela), portan sobre sus hombros toda la fuerza y la rebeldía que le otorga su pasado glorioso. Los anchos mares y largos ríos que la atraviesan y bordean; sus bosques, fauna y vegetación única, nos convierte en una zona estratégica para la vida en el planeta.
No es una simple consigna gritar; más cuando sale del alma, que, “Alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina”. No es cualquier cosa ser América la cuna del hombre más grande que ha parido esta parte del mundo. No es cualquier cosa su legado. Un quijote que levanto templos y castillos de sueños y esperanzas y quien dejó sembrada la convicción de que la rebeldía es una de nuestras mayores riquezas.
Y qué no decir de la herencia que nos han dejado Las Culturas Precolombinas. Estigmatizadas por las elites dominantes y por la historia oficial, pero son innegables su alto desarrollo cultural, arquitectónico, religioso, agrícola y la gallardía con que defendieron su legado y que aún hoy vemos en los rostros mexicanos, peruanos, ecuatorianos, bolivianos. Pueblos enteros llenos de sabiduría y cargados de historia.
El imperialismo, en su expresión más vergonzosa y con Donald Trump y los EEUU como rostros visibles, le ha hecho saber al mundo que vienen a imponer su fuerza hegemónica y totalitarista.
El capitalismo, como un fantasma decadente que recorre al mundo, se nos muestra en su expresión más cruel y sanguinaria, como el policía del mundo. El jefe civil de las naciones. Solo que subestiman a un continente que baila por el medio de la tristeza y el dolor y que lleva la musicalidad en la sangre. Y la rebeldía, y la fe por el mañana. Somos montañas, ríos, polvo. Somos un indio mascando coca y un guerrero empuñando las armas de siglo ante la bota invasora. Somos arrechos! 

UN GIRO A LA DERECHA

        Hay compañeros que viven en una permanente crítica al gobierno bolivariano. Son implacables, severos y constantes en sus críticas. T...