martes, 25 de agosto de 2020

LA LUCHA POR EL PODER

 

 

     A propósito de las “disidencias” que se oyen por estos días en el seno de los llamados partidos de izquierda, donde pareciera que la unidad queda a un lado cuando de intereses electorales se trata.

      Todo este embrollo pareciera natural cuando se trata de definir candidaturas y lograr cuotas de participación en el próximo parlamento, como es el caso próximo. Más sin embargo, algunos sectores y líderes de la izquierda parecieran no entender la coyuntura y se muestras mal entonados y gritando improperios en contra de la dirigencia que lidera el proceso político bolivariano y en  contra de las instituciones del Estado.

     Fidel Castro lo decía claramente; “En una fortaleza sitiada, toda disidencia es traición”. Pues, si en algún momento histórico se requiere de la unidad revolucionaria, es en este. Más aún, si algún sector de la sociedad se supone que posea claridad meridiana de lo que está ocurriendo, son precisamente los sectores de izquierda.

    El Presidente Nicolás Maduro merece todo el respaldo. Por leal, por gallardo, por ser un presidente valiente y por no ceder, sin desligarse del legado de Hugo Chavez, antes las presiones y las arremetidas golpista que han pretendido derrocarlo. Si Maduro fuera un traidor, al estilo Lenin Moreno, por ejemplo, y hubiese entregado el país a los intereses gringos, sin importarle el pueblo, de seguro EE.UU lo tuviera como un héroe. Por el contrario, tal como el mismo lo ha afirmado, está gobernando con un francotirador apuntándole a la cabeza.

     Los demonios andan desatados y las maquinarias mediáticas no descansan y ya han empezado a inflar egos. Se ha abierto una herida en la unidad revolucionaria y los enemigos ahondan la llaga. Hugo Chavez conversando con Ignacio Ramonet, afirmaba que; “La segmentación, la discordia, la falta de visión histórica de la izquierda, la incapacidad para unirse, son algunas de las razones principales de la frecuente victoria de las derechas en América Latina”.

      La contienda electoral venidera no debe dispersarnos de la visión de unidad en torno a la patria. Samuel Moncada, Viceministro de Relaciones Exteriores para América del Norte y Embajador de Venezuela ante la ONU, ha venido denunciando los planes que se ciernen contra Venezuela y las maniobras que vienen haciendo los EE.UU, con el apoyo de sus países satélites, para invadir nuestra patria. No olvidemos los reiterados intentos de golpe de estado e intento frustrado de magnicidio. EE.UU y sus actores políticos internos, títeres de sus designios, no disimulan sus planes. Mal hacemos nosotros con caer en una diatriba sin sentido por una curul en el parlamento, cuando el verdadero riesgo está en perder el país.  

       

viernes, 21 de agosto de 2020

QUE SOMOS AL FIN DE CUENTAS?

 

 

   Cuando la lucha armada se desarrollaba en Venezuela por los años 60, 70 y 80, fueron muchos los que militaron en la idea de la revolución. Hombres y mujeres que en su gran mayoría abonaron con su sangre la esperanza de un mundo mejor.     

   Equivocados?, aventureros?, locos?, soñadores?. Como quieran llamarlos, pero para quienes vivimos y padecimos de cerca la perdida de familiares y amigos; la persecución de gente amiga, allanamientos de viviendas y moradas, desapariciones de gente cercana, para nosotros simplemente son héroes. Nuestros quijotes, que a costa de su propia vida y de su propia tranquilidad, como decía El Che; “Me dirán aventurero, y lo soy, solo que de un tipo diferente, de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades”.

   La Lucha Armada dejo una estela de actos heroicos y de hombres audaces. Episodios históricos de hombres enfrentados a un aparato represivo gigantesco y de hombres demolidos por el monstro de la guerra (guerra desigual por lo demás). Pero guerra valida, justificada. De causa justa y noble. Guerra que enaltece a sus hombres y que nos ha dejado una historia gloriosa y ejemplarizante.

   Y cuando ya nos creíamos derrotados, pero aun padeciendo las injusticias y profundizadas las desigualdades. Viendo que en el mundo el socialismo caía en pedazos; que El Muro de Berlín era tomado en trozos como pieza de museo; como un recuerdo triste de la barbarie y que La Perestroika de Gorbachov, que sirvió para disolver a la URSS y que en verdad buscaba darle una puñalada a la idea del socialismo, la cual quedo teorizada en la obra de Francis Fukuyama, “El Fin de La Historia…”. Y con ella, el fin de los sueños, el fin de la esperanza.

   La bipolaridad que le daba equilibrio político al mundo, quedo hecha trizas. El Capitalismo se erigió triunfante, y ahora más cruel y despiadado. No le importan la apariencia ni los modales.

   Fidel Castro desde Cuba y el surgimiento del liderazgo de Hugo Chavez, relanzaron el concepto del socialismo. Si bien la pobreza, la desnutrición, las desigualdades sociales y el peligro de la desaparición total de la especie humana son factores que justifican la idea de una nueva sociedad, de un nuevo mundo; más humano, más amoroso, de mayor igualdad social, nadie puede negar que Fidel y Chavez en todos los foros internacionales donde se podía oír su voz, no dejaron de gritar  el concepto del socialismo.

   Ahora bien, y he allí la razón de esta reflexión, que somos al fin de cuenta?, donde está ubicado conceptualmente nuestro país? Y la pregunta es precisa, dado la cantidad de cuestionamientos que tienden a dividir a las fuerzas políticas que apoyan al gobierno. Unos porque se adjudican la pureza y otros porque sin entender la coyuntura, no asumen ningún compromiso, ni con el gobierno, ni con la patria. Hay incluso quienes se diluyen en el campo teórico pero nunca han contemplado la idea sería de ser gobierno o de ostentar el poder.

   Fidel lo decía magistralmente; “En una fortaleza sitiada, toda disidencia es traición”. Los centros de poder del mundo alineados con el capitalismo, no esconden su interés por Venezuela. Nicolás Maduro ha optado por la defensa de la patria. Otros mandatarios, de otras latitudes, han optado por la traición. Con un francotirador apuntándole a la cabeza, como el mismo lo ha afirmado, se mueve por el camino del patriotismo y de los interese de la patria.

   Los dilemas teóricos han de resolverse. Llámense bolivarianos, socialistas, marxistas, progresistas, nacionalistas o como quieran, pero hoy como nunca tenemos la posibilidad cierta de darle otra dimensión a Venezuela. Además, el peligro que se cierne sobre la patria, es real. Es hora de que cada quien defina su trinchera. Después no vale chillar.

viernes, 14 de agosto de 2020

CUANDO LA MUERTE HIERE AL ALMA

  

   Sabemos que todos vamos a morir. Pero hay muertes que merecen otro final. Como fue la muerte de Fidel por ejemplo. Que no obstante de vivir intensamente, cargando ya con el peligro natural de quien actúa como piensa. Hombres rígidos en su accionar y que seguramente esa coherencia entre teoría y praxis, si bien como virtud, deja siempre una estela incomoda en quienes no entienden esa coherencia.

   O como El Che, quien murió en su ley. Digno, altivo, irreverente. Solo una bala lo podía callar. No podíamos imaginar al Che en otra muerte. Tenía que morir como vivió. Y así la historia lo ha recompensado.

   O la muerte de Hugo Chavez, a aunque el corazón del pueblo sabe que esa muerte fue un asesinato, Chavez merecía otra muerte. Una muerte así como el mismo la soñó. Por allá lejos en los llanos, acostado en un chinchorro a las orillas del rio Arauca tomándose una taza de guarapo y charlando con el Santos Luzardo de Rómulo Gallegos. Mereció todos los homenajes que le rindió el pueblo. Eso y más, pero mereció otra muerte. Ahora vive para siempre en el pueblo, en su conciencia y en su rebeldía.

   Igual pasa con Darío Vivas. Nos los quita la pandemia; este virus que recorre las calles del mundo buscando almas para llevárselas. Y a Darío lo encontró en su faena diaria, cumpliendo con su deber y haciendo lo que ya era su estilo de vida; el trabajo en la calle, el contacto directo con la gente. Haciendo, organizando, agitando, defendiendo, peleando.

   Por ello decimo que Darío Vivas mereció otra muerte. Una que le permitiera que el pueblo lo honrara. Así como fue de hermosa la despedida de Chavez, donde todas las calles de Caracas se llenaban de lágrimas y de flores al paso del féretro. Fue una puñalada al alma del pueblo y de la gente buena. Así también es la muerte de Darío. El homenaje a él queda reservado para la intimidad del alma de cada buen hombre o mujer que ven caer injustamente a un saldado de la esperanza.

   Duele Darío, pero indigna ver el regocijo de los enemigos políticos que no ocultan su gozo. Son las miserias humanas saliendo a flote. Por qué podemos entender el regocijo por la muerte del adversario cunado esta es ganada al fragor de la contienda, de la lucha cuerpo a cuerpo o de la batalla donde, como decía Mao; “se combate mejor para sobrevivir que para sostener”, pero no así. Celebrar la muerte de Darío es una bajeza, un irrespeto y una bofetada más para el pueblo humilde que tiene en hombres como Darío Vivas, los generales de esta revolución.

   No puede uno dejar de admitir que la mayor crisis de la sociedad, de cualquier sociedad, está en los valores. Y es que hasta las guerras más cruentas han tenido sus momentos de gallardía, de altruismo y de altura, que nos hace pensar que aun en los momentos más terribles, puede un gesto de hermosura humanizar los acontecimientos más adversos o violentos. Como cuando Bolívar le perdonó la vida a quien, en esa noche oscura fue a apuñalarlo en su hamaca. Y dijo, “no vino a matar al hombre. Vino a matar la idea”. Es decir, fue a matar a lo que representaba Simon Bolívar en la coyuntura histórica del momento.

   Y como no recordar aquel acontecimiento ocurrido en 1964, en el marco de la Primera Guerra Mundial, conocida como “La Tregua De Navidad”, cuando alemanes, franceses y británicos, arropados por la nieve y el frio de la noche, entonaron todos juntos el villancico “Noche de Paz”, y dejaron sus armas a un lado e intercambiaron tarjetas, licores, galletas, botones de las camisas, y aun en contra de los superiores, intercambiaron prisioneros y cadáveres. Y ya al amanecer, jugaron un partido de futbol. Se avecina un cruento enfrentamiento pero la condición humana finalmente se impuso y le dio otro matiz al enfrentamiento armado del momento

UN GIRO A LA DERECHA

        Hay compañeros que viven en una permanente crítica al gobierno bolivariano. Son implacables, severos y constantes en sus críticas. T...