Para nosotros,
ciudadanos comunes que no somos expertos en guerra, sino que sobre la marcha
vamos observando, indagando y tratando de investigar para poder entender
nuestro entorno de la manera más sincera y desprejuiciada posible, admitimos
sin tapujos, que sin duda sobre la Venezuela bolivariana se cierne una especie
de guerra no tradicional. No aquella guerra cuerpo a cuerpo de hombres enfrentándose
entre sí para aniquilarse, o bombardeos aéreos para atacar posiciones y obligar
a la trinchera, o acciones que impliquen movilizaciones de tropas y de pesados vehículos
militares; por tierra, por mar, por aire.
Aunque también debemos
admitir que los enemigos jurados de esta patria, los EE.UU y los enemigos
internos, ya han echado a un lado las apariencias, y no ocultan sus intenciones
y sus planes. De tal manera, que también hemos presenciado acciones militares
bien concretas que han pretendido, o bien matar al Presidente Nicolás Maduro y
a la alta dirigencia político-militar, o bien de hacerse con el poder con la
toma del palacio de gobierno.
El imperio
norteamericano, como todo cuerpo vivo, aunque poderoso, no es ajeno, en cuanto
a la necesidad de subsistencia, a la crisis energética mundial, que obliga a
estas sociedades a garantizarse recursos para poder sostener sus niveles de
consumo. Existe una especie de doble moral que le “impide” a los centros de
poder mundial, actuar, al menos contra Venezuela, militarmente hablando y
resolver de un zarpazo su problema. Por el contrario, no escatiman en emplear
recursos de todo tipo, para ir poco a poco socavando la soberanía y poder
lograr sus objetivos.
Ya en el pasado los
EE.UU han empleado planes de conquista y de intervención en asuntos internos de
otros países. Ejemplos arto conocidos están El Plan Cóndor y el escándalo Irán-Contras
con el financiamiento de la contra revolución nicaragüense. Y qué no decir de
la cantidad de bases militares que tienen los EE.UU diseminadas en toda América Latina y en Colombia fundamentalmente, como
punto geopolítico estratégico, para controlar a la rebelde Venezuela. Incluso,
Colombia como único país latinoamericano miembro de la OTAN.
En Venezuela, los
EE.UU ensayan un tipo de intervención o mejor dicho, un tipo único de
conquista; de sometimiento y de dominación de manera muy particular. Un plan
sui generis que conlleva todas unas características importantes de señalar. Entre
otras cosas se puede observar que el gobierno norteamericano ha entregado “El
caso Venezuela”, tipo outsourcing, ha subcontratado empresas de mercenarios. No
nada más militares; expertos de guerra tipo Rambo, sino también poderosos
medios de comunicación que buscan impactar profundamente la mente, la
espiritualidad y la autoestima de la gente. Las redes sociales como Facebook,
twiiter, instagran son también herramientas que emplean los laboratorios de “inteligencia”
para monitorear y vigilar constantemente el comportamiento de la ciudadanía. Es
increíble el paralelismo que implica la realidad de hoy con lo planteado por
George Orwell en su novela, publicada en 1949, 1984, donde precisamente aborda
el tema dela vigilancia masiva, de la manipulación de la información. Del “Gran
Hermano”, el omnipresente, el que todo lo controla.
Los EE.UU han creado
un gobierno paralelo, una especie de ficción jurídica; ilegal, dañina,
ilegitima y violatoria de toda acción democrática, pero muy útil para sus
fines. Mientras Guido y todos los que se han prestado para instaurar este
gobierno ilegal; y muchos lo asumen como ridículo y desvergonzado, los
objetivos planteados poco a poco se han ido logrando. Es decir, destruyendo
poco a poco el verdadero patrimonio democrático; la tradición democrática y las
instituciones del Estado. Mientras todos sabemos que es una farsa los EE.UU
siguen adelante con sus planes. Las contradicciones se han acelerado
profundamente y nadie se explica cómo se sostiene, aun así, La revolución Bolivariana.
Los EE.UU actuando
como el gran policía del mundo, y tratando a Venezuela como que si fuéramos una
colonia norteamericana, y en una clara violación al Derecho Internacional, se
empeña en reconocer a una persona completamente arrodillado a sus designios y
quien se ha prestado para entregar todos los activos de Venezuela.
Sobre Venezuela se
cierne, sin dudas, una GUERRA DE CUARTA GENERACION. La idea es aniquilarnos, si
fuera necesario, pero poco a poco, lentamente. Con hambre, con los servicios públicos
destruidos, con un deterioro acelerado de nuestra calidad de vida, con una
constante destrucción de nuestra conciencia patria, con un permanente discurso
de desunión, de odio, de racismo, de xenofobia, de desprecio por nuestros símbolos
patrios y héroes, con una permanente ridiculización de nuestro gentilicio, etc.
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