lunes, 17 de marzo de 2014

LA 8va ESTRELLA DE LA BANDERA Y LA NEGACIÓN A BOLÍVAR

      Fue Simón Bolívar quien el 20 de noviembre de 1817 decretó la octava estrella para la Bandera Nacional. Y lo hizo como un honor o reconocimiento a La Provincia de Guayana por haberse unido al movimiento independentista. De tal manera que el decreto emitido por el entonces presidente Hugo Chávez , el 12 de marzo del año 2006, no es más que una acción reivindicativa de aquel gesto de Bolívar, que aunque negado por el paso del tiempo, cobró la vigencia histórica que impuso el levantamiento, nuevamente, del pensamiento bolivariano.
      La Bandera Nacional no es un pedazo de trapo que ondea a capricho del viento. Eso tiene una significación histórica y un respaldo moral. Cada color tiene un significado, cada estrella también. Su izamiento encierra una solemnidad. Es un honor a un legado, a una sangre derramada, a unos héroes, a una estirpe, a un pasado, a una historia, a una nación. Cuando el país está de luto se iza a media asta, y en los tiempos de gloria se deja que relinche como un caballo indómito, que aletee como las avez, que baile su mejor danza.
        La Bandera Nacional debe ser motivo de unidad nacional y distinción de patriotismo. Por ello no es casual que cada país, cada nación; con sus historias, dolores y glorias, porten su estandarte o el estandarte donde se ve reflejado el ciudadano y su condición de patriotas.
        Por estos días cuando vivimos circunstancias políticas agitadas, y cuando se cierne sobre Venezuela toda una guerra mediática por desmoralizar a la nación y procurar una intervención extranjera, vemos con dolor, como símbolo de protesta, como hay personas que niegan su propia bandera. Bien por que la colocan al revés o bien por que le niegan la octava estrella. Terminan negándose ellos mismos.
        La Bandera Nacional, nuestro amarillo, azul y rojo no es un invento de Chávez. Como no lo son sus ocho estrellas. A Chávez más bien le debemos el hecho de convertir en símbolo sagrado, lo que producto de la decepción y la traición habíamos olvidado como nación; nuestro amor por la historia patria, por los símbolos patrios, por nuestros libertadores.
        Chávez nos devolvió, más vivo que nunca, a Simón Bolívar. Y todo el pueblo empezó a hacerse más amigo de Bolívar; a entender sus dolores, sus frustraciones. Ah, pero también a entender sus sueños, sus sacrificios, sus luchas. Creo que nunca como antes este pueblo entona El Himno Nacional con la pasión más divina y hermosa que en el presente. Con respeto, con solemnidad; con altruismo y trascendencia. Como que en cada canto se nos escapa un homenaje vivo y real, y colectivo también, al hombre más grande que ha parido esta patria: Simón Bolívar. 

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