lunes, 9 de marzo de 2015

LA BANDERA NACIONAL Y EL ESCUDO DE ARMAS

Nadie puede negar que Hugo Chávez fue un estudioso profundo de la historia de Venezuela y fundamentalmente un estudioso de Bolívar. Y si algo le debemos los venezolanos es el habernos “devuelto” al Bolívar libertario y quijotesco. Al Bolívar humano, pero también al estadista, al soñador, al poeta. Al Bolívar intelectual y al Libertador de Naciones. Al militar, al “Hombre de Las Dificultades”. Pero lo más importante, al Bolívar de todos; el que nuevamente empuña su espada para defender la libertad y la soberanía de la patria.
A Chávez le debemos el hecho de que Bolívar recorriera nuevamente las calles y pueblos de Venezuela. Le debemos el rescate de la solemnidad al escuchar el Himno Nacional. Y le debemos además, el sentimiento de patria, de pertenencia, el rescate de nuestra estirpe guerra y el orgullo de ser venezolanos.
Escuchar a Chávez hablar de Bolívar era como tener la sensación que este aparecería en cualquier momento. Era hacerlo tangible y real.
A Chávez le debemos dos hechos, históricos por lo demás, que venían a constituir dos sendas deudas que el pueblo venezolano y la sociedad toda, tenían para con El Libertador de America; Simón Bolívar. Una era la octava estrella que le faltaba a La Bandera Nacional. Recuerden ustedes que las estrellas en La Bandera simbolizan Las Provincias que después de los sucesos del 19 de abril de 1810; donde se destituye o se desconoce la autoridad del Capitán General, Vicente Emparan (la más alta autoridad política y militar de La Corona española en tierras venezolanas); a las que se suman las Provincias (Estados), de Margarita, Cumaná, Barcelona, Barinas, Mérida, Trujillo y Caracas. Siete Provincias que fueron inmortalizadas con el número de estrellas que adornarían a la Bandera Nacional. Siete años más tarde, el 20 de noviembre de 1817, lanza Simón Bolívar un decreto en el que autoriza la incorporación de la octava estrella al Tricolor Nacional, en honor a La Provincia de Guayana; “…en reconocimiento a los grandes aportes brindados por La Provincia de Guayana al proceso independentista…”. Dicho Decreto lo firma Bolívar como Jefe Supremo de La República. Capitán General de Los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada.
Más ningún otro presidente de Venezuela tuvo la altura para hacer semejante acto de justicia histórica. Lo hizo Hugo Chávez Frías.
La otra acción, reivindicadora de Bolívar y de su legado y de su voluntad, tiene que ver con El Escudo Nacional (también conocido como Escudo de Armas de La República). Si bien ya Venezuela poseía un escudo en 1777, concedido por Felipe II, donde se oficializaba el gobierno Español en Venezuela a través de La Capitanía General; “…a Santiago de León de Caracas por muy Noble y Leal Ciudad…”. Era como un reconocimiento a la docilidad, a la sumisión. Sin embargo, ya desde La Primera República (1810-1812), se empieza a exhibir el nuevo Escudo Nacional. Ya con un simbolismo distinto y más acorde a la rebeldía y a la nueva empresa libertaria.
En 1813, en su entrada triunfal a caracas; Bolívar retoma la simbología del Escudo Nacional. Y esta idea perdura prácticamente hasta 1830, que con la disolución de La Gran Colombia, José Antonio Páez, ya embestido como Presidente de Venezuela, decide cambiar la simbología del “viejo” Escudo, haciéndole cambios sustanciales y no ajenos a sueño derrotado del Libertador.
Por eso Chávez dice, revolucionariamente hablando, que El Escudo de Páez es antibolivariano. Y propone acertadamente volver al caballo indómito. Por eso es que el caballo blanco del Escudo actual corre libre hacía adelante, mirando hacia la libertad (pudiéramos decir). Hugo Chávez trajo de vuelta El Escudo de Bolívar. Por eso la burguesía lo niega, por que seguramente preferirían el Escudo de Páez.
Hay, pues, una acción revolucionaria que hoy día tiene más vigencia que nunca para los venezolanos; para los patriotas, para los revolucionarios.
No podemos perder las perspectivas en esto.  
    

   

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