Los mismos que nos
vendían a la globalización como la gran panacea del mundo, son los mismos que
hoy nos cierran las fronteras y levantan muros.
Los mismos que
celebraban la caída del Muro de Berlín, ahora levantan murallas más groseras y
aplican políticas persecutorias cruentas y aberrantes contra seres humanos que
se desplazan engañados por las consignas del “hombre global”.
La globalización
nos vendió la universalización del mercado, pero resulta que la pobreza no es
rentable. El hombre no se puede mover con la misma libertad que las mercancías.
No todos caben en el anaquel del mercado.
El mundo exige una
participación más responsable de los gobiernos en función de dar respuestas
concretas a la crisis planetaria y un rescate urgente de la sinceridad a la
hora de anunciar avances. Pues, no vaya a ser que estos discursos no sean más
que simple verborrea para seguir ocultando el cáncer que poco a poco nos va
quitando la vida; como planeta y como especie.
La esperanza nos
salta cuando vemos a un Barack Obama estrechar la mano de Raúl Castro y
sentarse juntos en la misma mesa.
O a un Juan Manuel
Santos, Presidente de Colombia, celebrar un acuerdo de paz con La FARC-EP, y
estrechar también la mano de Rodrigo Londoño; jefe guerrillero conocido como
Timochenko. Cuantos años de lucha armada, de dolor y de sangre derramada quedan
reducidos en ese gesto?
O cuando vemos a Iran, EEUU y Rusia firmar un acuerdo
nuclear, por encima incluso de la rabia y de las posiciones radicales de Israel.
O sencillamente
cuando vemos a un Papa como Francisco (un latinoamericano en la máxima vocería
eclesiástica), emitir una Encíclica “Sobre El Cuidado de La Casa Común”;
expresando sus preocupaciones por el medio ambiente y por el deterioro de la vida
en el planeta. Llamando la atención del mundo en torno a la necesidad de
preservar nuestro planeta. Y condenando severamente al Modo de Producción
Capitalista como gran responsable de la pobreza y miseria en el mundo.
Pero es que además
El Papa Francisco estimula, desde la iglesia, el perdón de las mujeres que han
incurrido en prácticas de aborto y promueve la reparación a las victimas y
castigo a los casos de abuso sexual en la iglesia.
Si todo esto es
verdad, si no es simple retórica, vamos por un camino esperanzador. Pero la
realidad reclama esfuerzos mayores y más sinceros. Europa tiene un gran aporte
que hacer. Su posición en relación al tema de los migrantes es sencillamente vergonzosa.
Una tragedia humana sin precedentes.
Da dolor; indignación
y mucha vergüenza el drama que padecen los hermanos (hermanos humanamente
hablando), que provienen de Siria (mayormente), pero que también provienen de
Afganistán, de Nigeria, Albania, Pakistán, Irak, etc.
No es para nada
alentador el discurso de Obama en la recién Asamblea Anual de la ONU en donde
ha pretendido reivindicar el carácter guerrerista de EEUU al descalificar al
gobierno de Bashar Al-Asad y justificar los bombardeos en Siria.
Mientras a China se le admite
en La Organización Mundial del Comercio (OMC), y a La India se le considera una
nueva potencia mundial, el mundo sigue girando hacía la multipolaridad.
El Presidente
Nicolás Maduro en su discurso en La ONU, cuando recordaba al líder Libio Muamar
Gadafi se preguntaba; en que estado se encuentra Libia hoy? Acaso está mejor que cuando Gadafi?...
lamentablemente hay que decir que Libia es hoy un país arruinado y destruido
por la guerra. Los EEUU y La OTAN tienen muchas explicaciones que dar.
La llamada
“Diplomacia de Paz” promulgada por Nicolás Maduro en todos los foros mundiales
en donde ha tocado estar, se impone como una necesidad imperiosa. Claro, eso
pasa por el respeto a la autonomía y el respeto a la libre determinación de los
pueblos. Ah, pero también por redimensionar y adaptar a la nueva realidad
mundial, a instituciones como la ONU que nacieron hace 70 años, bajo una
necesidad histórica distinta a la de hoy.
El mundo reclama
paz. Reclama respeto y reclama de los líderes mundiales el garantizarles a las
nuevas generaciones un mundo propicio para la felicidad y la convivencia humana.