lunes, 30 de enero de 2017

RACISMO Y DISCRIMINACIÓN EN VENEZUELA

  En el mundo ha habido, y hay, expresiones y formas de racismo y discriminación, terribles y vergonzosas para la humanidad. Expresiones que insisten en la negación de la condición humana misma y que asumen la inferioridad, y superioridad, de unos hombres sobre otros. Así, esta humanidad ha parido al apartheid sudafricano. Régimen de segregación racial al que le debemos matanzas y detenciones masivas. Que no han hecho más que aumentar la deuda moral que tiene la humanidad, históricamente hablando, para con esta parte del mundo.

   Y que no decir del racismo y la discriminación que carcome por dentro, ya como parte de su cuerpo social, a la sociedad norteamericana? Una de las mayores vergüenzas humanas se expresa en Norteamérica. El racismo va en crecimiento. Tanto que sociedades como la estadounidense, secundada por muchos países europeos, lideran el renacer del neonazismo en el mundo; una especie de segregación que discrimina, no nada más por el color de la piel, sino que también incluye a los inmigrantes, a los homosexuales y que incluso condena a quienes osan hablar en idiomas distintos al lugar en cuestión.

   El racismo nazi enarboló como su principal bandera ideológica la superioridad de la llamada “Raza Blanca” (o Raza Aria), con lo cual se justifico el asesinato, en campos de exterminio de más de seis millones de seres humanos. Y no son las únicas expresiones de discriminación (VER: Diario Últimas Noticias, sección de Opinión del 29 de enero de 2017, pagina 10. “UN HOLOCAUSTO MÁS” de Beltrán Haddad.

   En Venezuela el racismo y la discriminación se han ido incubando poco a poco en un extracto de la sociedad, que en el marco de la lucha de clases sociales ve como se ponen en peligro sus privilegios. Pues, si en algo ha contribuido El Gobierno Bolivariano es en la inclusión social. Son millones los venezolanos que han empezado a sentir que la ciudadanía es un derecho de todos y que la pobreza no es un mandato divino, sino que es un fenómeno social que tiene que ver mucho con la desigual distribución de la riquezas y con la concepción política-ideológica con que los gobiernos toman las grandes decisiones.

   Decirse chavista en Venezuela es motivo de discriminación social. La burguesía y los sectores de la clase social alta en Venezuela no admiten dentro de sus círculos; y valga decir, dentro de las mismas relaciones sociales o de convivencia ciudadana, a los negros, a los pobres, a los chavistas.

   Incluso, estos protegen y cuidan sus espacios, sus lugares. No permiten que se los “contaminen”. Manejan sus propios códigos, sus propios lenguajes, su propia cultura. Para quienes lo dudan es vox pópuli que en Caracas existen establecimientos que no permiten la entrada de negros, de gordos y de personas feas. Semejante grosería ha prosperado en esta sociedad por que no hay sanciones y por que sus portadores son gente de mucho dinero.

   Del venezolano siempre se ha dicho que es flojo, que es bruto y que no le gusta trabajar. Son campañas que emanan de la misma fuente que nos vendió la idea de que la pobreza es un castigo de Dios infringido contra nuestros antepasados. Por lo que debemos resignarnos, someternos, domesticarnos. Prefieran decirnos eso, que decirnos que en realidad el pueblo venezolano es un pueblo rebelde, con una historia gloriosa y además, cuna del hombre más grande que ha parido la América; Simón Bolívar.

   De todo el legado de Hugo Chávez, su más grande logro es quizás el haber despertado las ganas de soñar de un pueblo; su fuerza transformadora, su magia, su poder de lucha y su terco empeño por la libertad. Ahora cuando la opresión tiene nuevos rostros, nuevas formas de expresarse. 


miércoles, 25 de enero de 2017

LOS OTROS HEROES; LOS OLVIDADOS, LOS SILENTES

   Con la llegada de Fabricio Ojeda al Panteón Nacional; una especie de mausoleo gigante reservado a la heroicidad y a los mártires que han arropado nobles causas. A esos hombres y mujeres que han empeñado su vida por las causas del pueblo, y por la felicidad y el bienestar ajenos. Los que por siempre han transitado en el altruismo, como expresión de trascendencia y encuentran en su reposo final el reconocimiento eterno de las generaciones futuras. Se abren las puertas de nuestro principal reservorio histórico para que otros héroes anónimos, olvidados por años y años, sean debidamente reconocidos en sus luchas y en su entrega.
   Y es que, como dato curioso, el mismo sitio donde está ubicado El Panteón Nacional; Parroquia Altagracia de Caracas, es el mismo lugar donde estaba ubicada La Iglesia de La Santísima Trinidad, construida en 1744, y destruida por el terremoto de 1812. Fue Antonio Guzmán Blanco quien decreto en 1874, la construcción del Panteón Nacional.
   Si algo ha distinguido siempre y si en algo ha sido coherente la historia patria, es la heroicidad, la valentía y rebeldía de nuestros hombres. En muchos casos ha sido un transito quijotesco y en muchos otros, envueltos en expresiones plásticas y poéticas. Y todos nos han dejado un legado de trascendencia, que como un ave, ha marchado por encima de las colinas del tiempo. Y lo más importante, que cada personaje; como prendidos por un aura mágico y de tiempos futuros, ha tocado la cotidianidad de la vida de cada época por donde les ha tocado transitar.
   El pueblo tiene guardado en su alma a muchos hombres y mujeres que la llamada “historia oficial” ha relegado al olvido. Héroes anónimos, almas de pueblo que han dejado esparcida su sangre por los caminos y recovecos de la geografía nacional y que han hecho aportes vitales para encender la moral, la rebeldía, la conciencia y hasta el orgullo nacional.
   Fabricio Ojeda; y junto a él sin dudas, una nueva concepción; revolucionaria, que le abre las puertas a las almas populares que reclaman su sitial en el mausoleo del pueblo. Allí aspiramos tener a Luis Mariano Rivera, Alí Primera, Hugo Chávez, Argimiro Gabaldón, Américo Silva, Jorge Rodríguez, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Pío Tamayo. A El Poeta Ramos Sucre, Jacinto Convit y a muchos otros con meritos suficientes para ocupar ese sitial de honor.
   La Revolución Bolivariana esta llamada a reconocer a los héroes olvidados. Pues, allí reposa mucha de nuestra historia más digna y virtuosa. Ella debe desempolvar la historia dormida y darle vida a la memoria y a la gesta de cada uno de estos hombres y mujeres.
   Y es que si no es en revolución no podemos esperar que un gobierno alineado en corrientes políticas conservadoras y supeditados a concepciones neoliberales y hasta represivas, vaya a exaltar la memoria y legado de nuestros héroes, ya de por sí, olvidados y silentes para la historia oficial.
   Es hora de hacer justicia popular y de que echemos a un lado esa falsa moral de que El Panteón Nacional es solo para gente de levita y de corbata. Allí debe estar sembrada el alma del pueblo; sus héroes, sus hijos descamisados y los hombres y mujeres que con su arte, con sus aportes científicos, con su ejemplo y gallardía, han logrado tocar el alma nacional. 

jueves, 19 de enero de 2017

CUANDO DESCALIFICAR AL PAÍS ES LA NOTA

  Lo que se ha dado en llamar “la massmedia perversa” poco a poco ha hecho su trabajo. Los grandes medios de comunicación, las grandes cadenas; nacionales e internacionales, no han cesado en su afán de llegar hasta lo más sensible de la percepción de cada ser, en cuanto a la realidad que lo circunda.
  El fenómeno comunicacional es tan complejo y dinámico y está tan metido dentro de nuestra cotidianidad, que no medimos el impacto que este tiene en nuestras decisiones diarias. La llamada Opinión Pública ha ampliado su espectro. Gracias a las redes sociales estas han cambiado su elitismo, cediendo espacios a ciudadanos que ahora se pueden expresar e impactar y ser parte de las voces del común.
   La massmedia perversa, a parte de que llega a muchas más personas, por su amplia capacidad, robotiza su comunicación. Define que mensajes quiere posicionar y en función de eso genera Opinión Pública.
  El mundo no olvida que en el marco de la invasión que promovieron los EEUU y la OTAN en Libia, para derrotar a Muamar al Gadafi y como una acción para desmoralizar a las tropas de este y de engañar a la opinión publica internacional y legitimar al CNT (una especie de comité de transición), que le permitió a los rebeldes recuperar mas de 12 embajadas; en el desierto de Qatar, cual producción de Hollywood, recrearon La Plaza Verde de Trípoli y simularon, con celebraciones y todo, que habían tomado la ciudad capital y por ende, habían triunfado sobre Gadafi.
 Algo parecido ocurrió con la invasión a Irak y la supuesta posesión de armas químicas. Hecho que se demostró que era falso, pero que no impidió que Saddam Hussein fuera llevado a la horca y que EEUU y La OTAN se apoderaran de las riquezas de ese país.
  Ahora Venezuela está de moda. Los laboratorios de guerra sucia y los centros especializados en crear matrices de opinión han enfilado sus baterías en contra del país. El socialismo es una idea que aborrecen, no obstante, de ser una corriente de pensamiento con bases científicas, y que en el caso venezolano es un programa de gobierno (Proyecto Simón Bolívar), que contó con la anuencia y el apoyo de la mayoría del pueblo. Aun palpita aquella frase de Hugo Chávez: “Los que quieran patria vengan conmigo…”
  Nada de eso importa. La guerra económica trajo implícita una guerra mediática que ha impactado, sin dudas, el pensamiento libre de la gente; y en su espiritualidad, y en su fe y esperanzas por el porvenir. Son muchos los compatriotas que se han ido a otros países buscando un mejor porvenir. Pero son muchos también los que se quedan llenos de frustración y de escepticismo. Muchos de ellos ciegos por el odio e incapacitados de ver el lado bueno de la crisis. Pero también, incapacitados de ver el hermoso país que tenemos; su geografía, su gente, su calor, sus playas y bosques. Y toda la riqueza que hace de este país una región privilegiada del mundo.
 Se ha estigmatizado hasta la saciedad al Presidente Maduro y al Gobierno Bolivariano. Al punto de hacer creer que la solución de todo es su salida a como de lugar. Cuando la verdad verdadera de todo es que un país se echa adelante revolucionando toda nuestra conciencia y nuestra necesidad colectiva de tener un mejor país. Por eso creemos fielmente en el proyecto bolivariano. Un proyecto que va a nuestras raíces históricas y que ejerce una praxis social dirigida a los más necesitados. No obstante, las bases democráticas de nuestro sistema político abren las posibilidades de que otros actores  abonen al bienestar de la patria. Y es que una línea transversal debe ser, haciendo referencia al artículo escrito por William Villegas (El Universal, miércoles, 11 de enero de 2017, pag/1-3); “Japón: Industrias y Cultura de Trabajo”, que transformemos a Venezuela en una Bella Flor (La Flor del Loto). Que nos levantemos y nos sacudamos de esta fea maña de odiarnos y de odiar a nuestra Venezuela.
  Quizás si levantáramos la mirada hasta el horizonte del mundo, nos toparíamos con un mundo en crisis; la movilización de personas que huyen de la guerra y que el mar mediterráneo se traga como para no dejar testigos de uno de los dramas más vergonzosos de la humanidad. Y quizás veríamos como se esparcen los restos humanos de mujeres y niños cuando las bombas explotan en Siria y en la ciudad de Alepo. O quizás nos daríamos cuenta que los glaciares se están secando, o que el área intacta del paisaje forestal bajó un 7% en 13 años (El Universal 18 enero 2017. Pag/2-5). O quizás seamos testigos del muro que va a construir Donald Traump en la frontera con México. O quizás sepamos de las penurias que padece algún amigo o familiar en el extranjero, por que decidió irse al “exilio voluntario”.
 Preocupa el lenguaje de la jerarquía eclesiástica, como preocupa el discurso de quienes lideran a los sectores oposicionistas del país. Pareciera que el objetivo es destruir a Venezuela.                   
        


UN GIRO A LA DERECHA

        Hay compañeros que viven en una permanente crítica al gobierno bolivariano. Son implacables, severos y constantes en sus críticas. T...