El ataque es feroz. Y el objetivo es
uno solo, mermar la moral de la gente; confundirlos, aniquilar su sentido crítico
y reducir a las personas a una condición de simples mortales; sin trascendencia
alguna, sin esperanzas, ni sueños, pero sí llenos de escepticismo y
resignación.
El FMI y El Banco Mundial y los
centros hegemónicos del poder, se empeñan en ver el mundo y el desarrollo de
las relaciones humanas, supeditados a ellos y a sus designios.
Asistimos a la globalización del Modo
de Producción Capitalista. Estamos frente a la imposición de su cultura, de sus
costumbres y de su ética. Quien ose adversar
al “policía del mundo”, pagará sus consecuencias. Pues, el orden mundial
y sus reglas de juego las establecen los dominadores.
Venezuela es un “Estado Forajido”,
una especie de bandolero que se niega a aceptar las reglas que imponen los
centros de poder del mundo. No obstante a la crisis más aguda que hoy vive el
sistema capitalista. Crisis que atenta incluso con la estabilidad de la vida en
el planeta, con riesgo incluso de desaparecer.
Con la inoculación del cáncer a Hugo Chávez
se pensó que tenían resuelto el problema, pero El Gobierno Bolivariano y el
pueblo en su mayoría, expresado en elecciones libres, han dejado claramente
establecido que seguiremos por el camino de la justicia social y de seguir
apoyando y viéndole el rostro a los millones de venezolanos que hasta no hace
mucho eran simples estadísticas de cuadros macroeconómicos, de curvas y tablas
y de mediciones para las cuales no importa el rostro, ni el dolor de la gente.
A lo sumo, un simple número, normalmente en rojo.
La guerra económica busca golpear la
moral de la gente. Busca socavar la estabilidad familiar para luego gritarle al
mundo de que en Venezuela hay hambruna. Subestiman la conciencia política de un
pueblo, que aguanta y resiste, pero que avanza con convicción sabiendo que está
haciendo historia y que es ejemplo para un mundo en crisis.
La massmedia perversa no descansa ni
escatima recursos. Atacan y descalifican al país. Promueven antivalores y
resaltan lo negativo. Incitan a la deserción (migración), y socaban el
gentilicio y el orgullo de nuestra historia patria.
Solo adentrémonos por un instante en
lo más profundo de la cultura y de la historia de este pueblo, para toparnos
con el ser guerrero que portamos y que nos distingue rebeldes y arrechos.
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