No todo el tiempo La Justicia Social
fue algo tan común como lo parece. Desde la concepción del Derecho de Gentes y
en su paralelismo con el Derecho Natural, fueron muchos los que terminaron
resignados al comprender que la historia, vista ésta desde el punto de vista de
la economía política, terminó dividiendo al mundo entre ricos y pobres y entre explotados y explotadores. Ah, pero también, entre revolucionarios y
conservadores. Entre hombres que se empeñan en trascender y en recorrer caminos
cuales quijotes y entre hombres que se empeñan en que nada cambie. En que las
sociedades se mantengan estancadas y negadas al progreso y al desarrollo.
Hombres que se empeñan en frenar el desarrollo de la historia y echar por
tierra sus leyes. Así Las Fuerzas Productivas parecen supeditadas a sus
designios, pero al final terminan pasándole por encima.
En Venezuela La Justicia Social ha
cobrado vida y forma con Hugo Chávez y con el izamiento de las banderas del
bolivarianismo. Legado que ha sostenido Nicolás Maduro, resaltando incluso una
virtud hoy día en desuso, como lo es la lealtad. Y si hay alguna duda de ello,
miren un poco a su alrededor y vean a los Lenin Moreno y su traición al
Presidente Correa. O el caso de Luis Almagro (Secretario General de la OEA),
promovido por Pepe Mujica. O el caso de Macri y su traición al pueblo de
Argentina o el de Temer en Brasil. De modo que ejemplos sobran.
Antes de Chávez en Venezuela imperaba
el carnet partidista y las casas del partido eran las agencias de empleo. El
pueblo estaba resignado a ser pobre y además el Estado no ofrecía alternativas.
Venezuela era un país rico con un pueblo pobre. Nadie se explicaba esa
contradicción.
Con Chávez y La Revolución
Bolivariana la gente empezó a viajar por el mundo. El cupo viajero le permitía
a muchos traspasar las fronteras y conocer mundos. Una “Gota de Petróleo” era
distribuida equitativamente entre todos los venezolanos.
Chávez ordenó atender a los
discapacitados como nunca antes se había
hecho en el país. Se activó una política de Estado para ello. La atención
médica, a través de Barrio Adentro, buscó hasta el más lejano de los
venezolanos para brindarles atención médica primaria. Una deuda que ningún
gobierno le había satisfecho al pueblo.
La Revolución Bolivariana reivindicó
e hizo Justicia Social con los pensionados de este país. Y además abrió las
posibilidades reales para que muchas familias puedan acceder a una vivienda
digna. La Gran Misión Vivienda Venezuela es garantía de ello. Sin cuota balón y
sin las marranerías perversas de los controles bancarios que nos obligan a pagar
más veces el precio de un inmueble.
La Justicia Social también ha tocado las puertas de los indígenas.
Pobladores originarios de nuestro continente. Respetándoles su hábitat,
costumbres y cultura y además, dándoles reconocimiento constitucional.
Los enemigos de Venezuela la quieren
ahogar. Ya no ocultan el lenguaje ni sus intenciones. Ya de manera grotesca y
descarada anuncian el intervencionismo, el bloqueo y sus intenciones de
intervenir militarmente el país. Aun así El Presidente Maduro desarrolla
políticas sociales para no dejar al pueblo desguarnecido. De hecho para este
2018, contra todos los pronósticos, la inversión social abarca más del 70% del
presupuesto. El CLAP, los bonos, no son dadivas. Son mecanismos de ayuda en
momentos de guerra económica.
Además de que nuestras riquezas
naturales son apetecibles. La Revolución Bolivariana es un ejemplo de que los
enemigos del progreso y de la libertad, temen que se disemine por el mundo.
Aquí nos estamos jugando el futuro de
Venezuela y el futuro de los pueblos que claman justicia y que anhelan conocer
La Justicia Social; extraña figura que escasea en la cotidianidad de su gente.
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