viernes, 4 de septiembre de 2020

EL RADICALISMO DE IZQUIERDA

 

 

    Las cuestiones de Estado son cosa seria. Y pretender hacer una revolución, un cambio total de paradigma en una sociedad, lo es más aún. Es entonces la política un arte y una ciencia. Es una combinación  de razón y poder, siempre moviendo las piezas como Gasparov; como el gran maestro de ajedrez  que ante cualquier movimiento de piezas, sopesaba primero las consecuencias. O como gran estratega de la guerra, si admitimos  que precisamente, “La guerra es la continuación de la política por otros medios”, como lo afirmaba Clausewitz. Y valga decir que en Venezuela se ensaya un tipo de guerra no convencional, que emplea todos los medios posibles, para derrocar al gobierno bolivariano. Que más que un gobierno; donde el gobierno es solo la expresión democrática de una concepción política, es la puesta en práctica de un nuevo paradigma de convivencia social y de relaciones humanas. La llamamos Revolución Bolivariana. Y desde esta se relanzan las banderas del Socialismo del nuevo siglo. Que no es poca cosa; y es algo que hay que reconocer tanto a Fidel Castro como a Hugo Chavez, el que hayan desenterrado la esperanza perdida y hayan puesto a recorrer  de nuevo en la palestra mundial, la idea del socialismo.

      Un fantasma perdido aparece, luego de que nos hablaron del fin de la historia, del fin de los sueños y de la esperanza.

   Las redes sociales se inundan de chavistas radicales y de izquierdistas ultrosos. Que más que radicales parecen más bien resentidos sociales. Opinan, critican, acusan, señalan y juzgan desde la cómoda posición de un teclado. Y quienes los leemos corremos el riesgo de pensar que en el seno de la izquierda se está dando un debate profundo. Pero esa sensación cesa al dejar de seguir a tres o cuatro ultrosos y enseguida entendemos que estos compas siguen como antes, como aquella izquierda, heroica por lo demás; llena de quijotes y altruistas, pero que nunca visionaron de manera profunda y seria el tema del poder, de ser gobierno.

     Muchos de los ultrosos, que escudados sobre la idea grande de todo revolucionario que cree en la crítica y la autocrítica como dote de altura en su personalidad; pues, no olvidemos que el revolucionario verdadero, como decía El Che, debe estar dotado de grandes cualidades para  amor, también, agregaríamos, de una grandeza especial en su personalidad. A parte de ser un estudioso, un revolucionario debe ser sensible, humanista, solidario, etc. Seguramente no han sido nunca miembros pero ni de una junta de condominio. Nunca han estado en una instancia de gobierno, donde la toma de decisiones tenga implicaciones importantes. Y quizás nunca se han creído en serio el sueño colectivo de un mundo mejor, de una mejor sociedad.

     Atacan a Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello y los acusan de todo tipo de desviaciones, y hasta cuestionan sus liderazgos, y de un plumazo  se olvidan de todo lo que ha significado la conducción de la Revolución Bolivariana sin la presencia física de Hugo Chavez.

   Que cada quien asuma su responsabilidad histórica, pero la coyuntura reclama unidad; unidad en torno al proyecto de país, en torno a la patria. Oportuno recordar a Fidel Castro cuando decía; “Cuando una fortaleza esta sitiada, cualquier disidencia es traición”.

   Levantemos la mirada y ensanchemos nuestro espectro. No les hagamos el juego a los verdaderos enemigos nuestros.  

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UN GIRO A LA DERECHA

        Hay compañeros que viven en una permanente crítica al gobierno bolivariano. Son implacables, severos y constantes en sus críticas. T...