Con este título
escribió un libro, en 1902, Piotr Kropotkin, para confrontar la tesis de Thomas
Henry Huxley, según la cual; “pintaba la vida de los animales como una lucha
desesperada de uno contra todos”
Contrario a Huxley,
Kropotkin sostiene que la especie humana, para garantizar el éxito de su
organización social, debe construir un orden moral que se sobreponga a sus
inclinaciones naturales.
Visto esto en el
marco de la realidad actual y ante el carácter hegemónico del capitalismo, no
nos queda menos que admitir la vigencia de la discusión planteada por estos dos
pensadores.
El hombre sigue
actuando como enemigo del hombre, y hoy su afán destructivo está dando muestras
que vamos camino a la desaparición de la vida en el planeta.
El capitalismo como
modo de producción hegemónico, es una condición adversa para promover en el
mundo la construcción de un “orden moral”, capaz de borrar las barreras
“estúpidas” que separan y enfrentan a unos hombres con otros. Por el contrario,
su alma se alimenta de las injusticias, de la explotación, de las
desigualdades; del llanto y de la muerte de niños hambrientos, de hombres sin
pan, de pueblos sin esperanzas.
Necesariamente el
nuevo “orden moral” tiene que abrirse a nuevos paradigmas y tiene que
producirse un esfuerzo gigantesco de la intelectualidad, de las universidades,
de las sociedades, de los ciudadanos y de todo ser humano que habita este
planeta. Toni Negri define este esfuerzo como “la productividad biopolítica de
la multitud”.
Queda claro
entonces que sin La Ayuda Mutua entre los seres vivos; su entorno, la
naturaleza; lo que imaginamos, lo que anhelamos y soñamos, no seres capaces de
lograr que el nuevo “orden moral” sea una realidad.
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