miércoles, 10 de febrero de 2016

EL JUEGO DEL CAOS


     La gran mayoría sabe, sobre todo ese gran número de personas que tienen la posibilidad de viajar constantemente fuera del país, que la crisis que padece Venezuela es una crisis que no es ajena a la crisis mundial que padece El Modo de producción Capitalista. Crisis épocal o crisis sistémica, según califican algunos autores. Pero una Crisis eclipsada por la diatriba política que busca caotizar a toda la sociedad para que el poder político cambie de mano.
   En Venezuela hay elementos de la crisis que son muy concretos. Uno es la estrepitosa baja de los precios del petróleo y sus nefastas consecuencias. Otro elemento es la llamada Guerra Económica que nos ha permitido ver con mayor claridad que el control de los medios de producción está en manos de la burguesía.
   Y es que a través de la concepción marxista de la historia queda develada la cruenta lucha de clases sociales, que en el caso de Venezuela, es una batalla que se expresa en todos los ámbitos de la sociedad. En ella participan unos y otros, conscientes o no, pero militando en la polarización que parte al país en dos. Marx decía que; “No es la conciencia del hombre lo que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”
   Mientras la guerra económica va tomando diversas expresiones, desde el gobierno revolucionario se hacen gigantes esfuerzos por combatir el contrabando de extracción, el bachaqueo y el acaparamiento y desaparición  de productos de la cesta básica.
   Claro, a todo esto se suma una crisis estructural que arrastra la sociedad. La cual tiene que ver con el escaso desarrollo de nuestras fuerzas productivas, con una economía altamente dependiente de la renta petrolera y un escaso desarrollo de la agricultura y de la ganadería. Aspectos que en solo 17 años es imposible sembrar como cultura y como políticas de Estado (contrario a los 40 años de la llamada Democracia Representativa que después del derrocamiento de la dictadura de Marcos Perez Jimenez se perdió un valioso tiempo de construcción de una Venezuela potencia).
   Peligrosamente se está intentando “sembrar” en el país la idea del caos. De todo se le echa a la culpa al gobierno y toda acción negativa o irresponsable, hasta en los ámbitos privados y no gubernamentales, es culpa y responsabilidad del gobierno.
   La responsabilidad individual de comportarnos como ciudadanos queda diluida y achacada al gobierno. Nadie es responsable de nada. Hasta las lluvias que se han alejado por estos días, es responsabilidad del gobierno.
   Mucha gente participa irresponsablemente en este juego perverso del caos. Desde el médico que llega tarde a la consulta, sin respetar la larga espera de sus clientes (perdón, de sus pacientes), hasta el funcionario público que no atiende bien al usuario de los servicios, o que pretende cobrar por los mismos.
   Todos tenemos participación en este Juego del Caos. Desde el que no cumple con su trabajo, hasta el vendedor, el aseador, la enfermera, los empresarios, el médico, el maestro. Todos, por que todos somos ciudadanos.
   Hay una corresponsabilidad de todos los ciudadanos para con el país. Pero es que en nuestro afán por promocionar el caos, nos resignamos en creer que nada funciona, que nada sirve. Más sin embargo, cuando vamos al exterior, si es al Norte es mejor, el caos lo asumimos con resignación, pues, como ciudadanos globales somos capaces de entender y aceptar todo; con orgullo, sin escrúpulos, sin quejas, sin dolor ni vergüenza, por que al fin de cuentas no es Venezuela.
   En el exterior somos ciudadanos. En Venezuela somos unos inconformes, donde nada sirve, donde nada vale la pena. Donde todo está tan degradado que hay profesionales que con tal de vivir en el exterior son buenos lavando platos o limpiando jardines o limpiando vidrios, por que en Venezuela nada sirve. Más que el país, es el “Sueño Americano” quien los tiene jodidos.
  
  
  
  
        
  
 
  
 
   

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