miércoles, 17 de febrero de 2016

LA RENUNCIA DE MADURO

   Por estos días se puede leer por las redes sociales y en la prensa toda, el clamor de que hacen sobre la renuncia a La Presidencia de La Republica de Nicolás Maduro. Casi como una etiqueta que se empeñan en posesionar en los primeros lugares. Como una especie de guerra psicológica que busca acondicionar, preparar a la gente para que entienda que es normal la salida de Maduro.
   A esta aberración jurídica, legal y constitucional, se suman, de manera no menos asombrosa, la opinión de doctos, eruditos de izquierda, filósofos de la mentira; en su mayoría dizque militantes de izquierda, que sin darse cuenta hacen una sola voz con los enemigos políticos que han jurado la derrota del chavismo, encarnado en Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, fundamentalmente.
   El portal Aporrea parece cortado con la misma línea editorial de La Patilla, de Los Runrunes, de El Nacional. Tienen la misma coincidencia, en cuanto a que la solución es la SALIDA de Nicolás Maduro. Y ni decir de Marea Socialista de Nicmer Evans quien se declara chavista pero acusa a Maduro de traicionar el legado de Chávez. Con igual coincidencia con Héctor Navarro, El Monje Jorge Giordani y Maria Elisa Osorio.
   Ahora bien, esta es una crisis un poco extraña; real en su padecer diario, pero estimulada por la massmedia; llevada por esta a extremos de angustia en la población (al menos con esa pretensión), pero al parecer solo hace mella en las mentes “lucidas” de este país, que son finalmente los que vociferan la SALIDA de Nicolás Maduro. Pues, “La rebelión de las masas” (para decirlo en voz de Ortega y Gasset); “Todo el mundo es masa”; en este caso nos referimos al pueblo venezolano; subestimado siempre por la burguesía, se mantiene tranquilo, ejerciendo su ciudadanía y sumergido en la cotidianidad.
   Pareciera que la crema y nata de la inteligencia de este país coinciden; ubicados de espalda al pueblo, que la solución a la crisis es la SALIDA de Maduro. Critican hasta la saciedad las políticas del gobierno y juegan sin descaro, como lo he señalado con anterioridad, al juego del caos. Muchos sectores se han inscrito en el golpe de Estado y vienen trabajando estrechamente en La SALIDA.
   Que hay militares? No es de extrañar. Que hay gente involucrada ejerciendo en este momento funciones de gobierno? No es de extrañar? Que hay empresarios, políticos, diputados? No es de extrañar. Pero una cosa también es cierta; como un río crecido, con su tropel de rabias y carencias, con sus necesidades a cuestas, pero concientes del gran esfuerzo y la gran dignidad que envuelve a Nicolás Maduro, hay también un pueblo (y hoy hay que decirlo con más énfasis; pueblo como expresión política, como clase social, etc), que si se ha callado hasta ahora todo los arrebatos de la derecha; golpes de Estado, guarimbas y planes golpistas, esta vez no va a estar dispuesto a la pasividad.
   Ni Maduro debe renunciar ni el gobierno debe apartarse de la legalidad ni de la legitimidad. Pues, si algún elemento signe a este proceso político, es precisamente la legitimidad.
   Con El Chavismo, el pueblo se ha convertido en actor político y no va a permitir que en Venezuela se cometa una atrocidad jurídica parecida a lo que le ocurrió a Manuel Zelaya.
   La verdadera crisis del país es política. Toda vez que la lucha de clases sociales ha puesto en el tapete la aniquilación de la forma de gobierno que representa Nicolás Maduro.
   Henri Falcón se muestra como la panacea para resolver la crisis. Víctor Álvarez (ex ministro de Chávez), fustiga, con sus opiniones, la política económica. Marea Socialista, invocando a Chávez, piden la renuncia de Maduro. Vladimir Villegas, desde El Progresismo de Izquierda Moderado, se abre nuevamente, jugando a la parcialidad (al menos eso creíamos), pero atizando y criticando a Maduro. Sin embargo, nadie critica ni enfrenta a Ramos Allup, quien no oculta sus aires de gorila y quien no repara en ofensas, tanto personales, como de desconocimiento a las instituciones democráticas.
   Satisface sin dudas Ramos Allup a un basto sector de la burguesía que desde hace tiempo está ávida de glamourt. Pues, ya basta de baratísmos, de licras sudadas y con rayas de tigre, poblando los alrededores de La Asamblea Nacional. Es hora del buen whisky y de resaltar la moda que promueve la Carolina Herrera, y de una esposa que ejerza, como un ensayo para cosas mayores, como Primera Dama del parlamento (cosa que no existe en el protocolo), pero si en el fuero interno de quienes se creen una clase social exquisita.
   Ante tanta locura, tristemente vemos sumada, al grito de la oposición por la SALIDA de Maduro, a mucha gente que creíamos progresista y de izquierda. Claro, ellos se alientan su juicio ante lo que muchos llaman La Caída de los Dogmas. Como lo es el encuentro entre Castro y Obama, el acuerdo de desarme y cese de la guerra entre La FARC-EP y el gobierno de Santos. O el encuentro recientemente entre El Papa y la primera autoridad (ortodoxo), religiosa de Rusia, junto al mismo Raúl Castro.
       El país reclama que todos comulguemos por el bien de la republica. No todos pensamos igual, pero el cuerpo jurídico no puede ser desechado y pisoteado. Es guía y norte. La Constitución Nacional goza de legitimidad. Es nacida de una acción constituyentista única. Es nuestra carta de navegación. 

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