Por estos días se puede leer
por las redes sociales y en la prensa toda, el clamor de que hacen sobre la
renuncia a La Presidencia de La Republica de Nicolás Maduro. Casi como una
etiqueta que se empeñan en posesionar en los primeros lugares. Como una especie
de guerra psicológica que busca acondicionar, preparar a la gente para que
entienda que es normal la salida de Maduro.
A esta aberración jurídica, legal y
constitucional, se suman, de manera no menos asombrosa, la opinión de doctos,
eruditos de izquierda, filósofos de la mentira; en su mayoría dizque militantes
de izquierda, que sin darse cuenta hacen una sola voz con los enemigos
políticos que han jurado la derrota del chavismo, encarnado en Nicolás Maduro y
Diosdado Cabello, fundamentalmente.
El portal Aporrea parece cortado con la
misma línea editorial de La Patilla, de Los Runrunes, de El Nacional. Tienen la
misma coincidencia, en cuanto a que la solución es la SALIDA de Nicolás Maduro.
Y ni decir de Marea Socialista de Nicmer Evans quien se declara chavista pero
acusa a Maduro de traicionar el legado de Chávez. Con igual coincidencia con
Héctor Navarro, El Monje Jorge Giordani y Maria Elisa Osorio.
Ahora bien, esta es una crisis un poco
extraña; real en su padecer diario, pero estimulada por la massmedia; llevada
por esta a extremos de angustia en la población (al menos con esa pretensión),
pero al parecer solo hace mella en las mentes “lucidas” de este país, que son
finalmente los que vociferan la SALIDA de Nicolás Maduro. Pues, “La rebelión de
las masas” (para decirlo en voz de Ortega y Gasset); “Todo el mundo es masa”;
en este caso nos referimos al pueblo venezolano; subestimado siempre por la
burguesía, se mantiene tranquilo, ejerciendo su ciudadanía y sumergido en la cotidianidad.
Pareciera que la crema y nata de la
inteligencia de este país coinciden; ubicados de espalda al pueblo, que la
solución a la crisis es la SALIDA de Maduro. Critican hasta la saciedad las
políticas del gobierno y juegan sin descaro, como lo he señalado con
anterioridad, al juego del caos. Muchos sectores se han inscrito en el golpe de
Estado y vienen trabajando estrechamente en La SALIDA.
Que hay militares? No es de extrañar. Que
hay gente involucrada ejerciendo en este momento funciones de gobierno? No es
de extrañar? Que hay empresarios, políticos, diputados? No es de extrañar. Pero
una cosa también es cierta; como un río crecido, con su tropel de rabias y
carencias, con sus necesidades a cuestas, pero concientes del gran esfuerzo y
la gran dignidad que envuelve a Nicolás Maduro, hay también un pueblo (y hoy
hay que decirlo con más énfasis; pueblo como expresión política, como clase
social, etc), que si se ha callado hasta ahora todo los arrebatos de la
derecha; golpes de Estado, guarimbas y planes golpistas, esta vez no va a estar
dispuesto a la pasividad.
Ni Maduro debe renunciar ni el gobierno debe
apartarse de la legalidad ni de la legitimidad. Pues, si algún elemento signe a
este proceso político, es precisamente la legitimidad.
Con El Chavismo, el pueblo se ha convertido
en actor político y no va a permitir que en Venezuela se cometa una atrocidad
jurídica parecida a lo que le ocurrió a Manuel Zelaya.
La verdadera crisis del país es política.
Toda vez que la lucha de clases sociales ha puesto en el tapete la aniquilación
de la forma de gobierno que representa Nicolás Maduro.
Henri Falcón se muestra como la panacea para
resolver la crisis. Víctor Álvarez (ex ministro de Chávez), fustiga, con sus
opiniones, la política económica. Marea Socialista, invocando a Chávez, piden
la renuncia de Maduro. Vladimir Villegas, desde El Progresismo de Izquierda
Moderado, se abre nuevamente, jugando a la parcialidad (al menos eso creíamos),
pero atizando y criticando a Maduro. Sin embargo, nadie critica ni enfrenta a
Ramos Allup, quien no oculta sus aires de gorila y quien no repara en ofensas,
tanto personales, como de desconocimiento a las instituciones democráticas.
Satisface sin dudas Ramos Allup a un basto
sector de la burguesía que desde hace tiempo está ávida de glamourt. Pues, ya
basta de baratísmos, de licras sudadas y con rayas de tigre, poblando los
alrededores de La Asamblea Nacional. Es hora del buen whisky y de resaltar la
moda que promueve la Carolina Herrera, y de una esposa que ejerza, como un
ensayo para cosas mayores, como Primera Dama del parlamento (cosa que no existe
en el protocolo), pero si en el fuero interno de quienes se creen una clase
social exquisita.
Ante tanta locura, tristemente vemos sumada,
al grito de la oposición por la SALIDA de Maduro, a mucha gente que creíamos
progresista y de izquierda. Claro, ellos se alientan su juicio ante lo que
muchos llaman La Caída de los Dogmas. Como lo es el encuentro entre Castro y
Obama, el acuerdo de desarme y cese de la guerra entre La FARC-EP y el gobierno
de Santos. O el encuentro recientemente entre El Papa y la primera autoridad
(ortodoxo), religiosa de Rusia, junto al mismo Raúl Castro.
El país reclama que todos comulguemos por el
bien de la republica. No todos pensamos igual, pero el cuerpo jurídico no puede
ser desechado y pisoteado. Es guía y norte. La Constitución Nacional goza de
legitimidad. Es nacida de una acción constituyentista única. Es nuestra carta
de navegación.
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