miércoles, 30 de noviembre de 2016

EL HUMANISMO ECUMÉNICO DE FIDEL Y LA DERROTA DEL ATEISMO

El comunismo es tan viejo como lo es el cristianismo. O quizás son lo mismo, solo que separados por otras banderas que agitan aires que espantan su esencia.
Históricamente desde el seno de la iglesia se ha promovido una verborrea que en el plano de la salvación eterna, ubica al comunismo como el argumento teórico de Satanás. La derecha es la diestra. La izquierda es la siniestra. Es la lucha entre el bien y el mal. Entre lo bendito y lo maldito. Entre Dios y el Diablo.
Incluso Carlos Marx guiado por la realidad histórica de una iglesia reaccionaria, calificó a la religión como; “el opio de los pueblos”. En ese sentido es justo reconocer que el cristianismo de hoy dista mucho de aquellas expresiones primitivas de La Santa Inquisición, como supresión de la herejía; de persecución y muerte. De hecho el Papa Francisco impulsa un discurso que rompe paradigmas. Y que sin dudas se enmarca en la concepción del Humanismo Ecuménico, entendido este como, “la felicidad coherente a aquella visión de las cosas que asume que todos los seres humanos son libres e iguales y le añade una actitud ético-política que quiere tender a hacer real esa visión por medios que nunca la traicionen”. Es una especie de energía unificada a favor del ser humano.
Fidel y El Papa Francisco ejemplarizan lo que es en esencia El Humanismo Ecuménico. Uno desde el comunismo y otro desde el cristianismo. No como dos deidades, sino desde una practica común; terrenal pero filosófica. Donde la lucha por el hombre es el centro de todo. Desde el humanismo, desde la solidaridad, desde convertir la lucha por la pobreza en un apostolado. Ah, pero también reconociendo la majestuosidad de la naturaleza y la fuerza cósmica que mueve al mundo; respetando lo divino, lo mágico y lo grandilocuente de los misterios y de esas fuerzas divinas que de seguro se conservan en nuestros antepasados; y en las creencias, y en los deseos, y en las utopías, y en las esperanzas.
Dice Francisco que; “Cristo ha hablado de una sociedad donde los pobres, los débiles y los excluidos sean quienes decidan. No los demagogos, los barrabás, sino el pueblo, los pobres, que tengan fe en Dios o no, pero son ellos a quienes tenemos que ayudar a obtener la igualdad y libertad”
Y decía Fidel en conversación con Frei Betto, Sacerdote Brasileño, que; “Hay 10.000 veces más coincidencias entre el cristianismo y el comunismo que entre el cristianismo y el capitalismo”.
     El ateísmo sale derrotado en esta contienda. Pues, el dilema no es creer o no. Sino, no negar la existencia de un mundo que vibra y que permite un lenguaje mágico y sincronizado de lo desconocido, de lo inexplicable. No se puede negar lo que no se entiende o comprende. Lo que somos de ínfimos en nuestra cosmovisión. Pero lo que nunca podemos dejar de ser es humanos. Así como nunca podemos dejar de luchar por hacer más humana a la humanidad. Lo que Silvio llamaba; “ser un tilín mejores” 

jueves, 17 de noviembre de 2016

LA CARACAS REVOLUCIONARIA

    Parecieran dos Caracas en una, pero se mezclan entre ellas, quizás las fronteras son mentales, pero todos la atraviesan de un lado a otro. Cada una puja por imponer su lenguaje. De un lado hay odio, rechazo por todo lo que huele a chavismo. Hay fobia por el color rojo y rechazo rotundo por todo aquello que inspira la rebeldía de los revolucionarios. Se ve poco el rostro de Chávez y casi no se ve el rostro rebelde y furtivo del Che. Hay un irracionalismo terrible en los análisis y opiniones. Incluso de gente que aparenta ser culta. Fenómeno este del que se han contagiado incluso trabajadores de peluquerías, supermercados, tiendas, panaderías, etc. Ellos también emiten sus comentarios contundentes y recios hacía el “régimen”.
   Por estos días, en plena Feria del Libro, en El Teresa Carreño, se presento un musical; “A Todo Volumén”; que no era precisamente auspiciado por el gobierno revolucionario, y asistieron muchas personas del Este de la ciudad. Y con honestidad hay que decir, que casi con la nariz tapada, llegaron hasta la sala Ríos Reina, pues, los chavistas tenían abarrotados los pasillos del teatro y además el pendón gigante con el rostro de Chávez como que les insinuaba una bienvenida poco agradable. Ya dentro del teatro, cuando empieza la luz a bajar poco a poco su brillo, una voz firme dice: “El Gobierno de La República Bolivariana de Venezuela…”, eso es el acabose. Casi se tapan los oídos.
   Del otro lado de la ciudad, al Oeste, se respira otro aire. Es como que usted traspasara una barrera y se tropieza con gente común; que sufre sin dudas los avatares de la Guerra Económica, pero que respiran solidaridad, humanidad. Y algo “extraño”, gente que es despreciada y estigmatizada por los del odio, pero que leen, que hacen análisis de coyuntura; gente que entiende su entorno y que parecieran militar en un sueño común.
   Es la otra Caracas. La de La Feria del Libro, de La Feria de Música, del Suena Caracas, la de los museos abiertos al pueblo, la de los libreros, la de La Plaza Venezuela iluminada y radiante, la de los mercados periféricos y la de las ciclo vías, la de los domingos de bicicleta y patinetas, la del Ávila y la de La Ruta Sana de La Alimentación.
   En esta otra Caracas hay conciencia política. Gente que vivió en carne propia El Caracazo y los allanamientos a la UCV y la muerte y la persecución de estudiantes. Gente que vio a los francotiradores apostados en los edificios aledaños al Palacio de Gobierno y vio caer gente muerte. Gente que vivió el engaño y derrocamiento de Hugo Chávez, pero que luego salió en su defensa y restitución.
   La Caracas de Lina Ron y su Esquina Caliente; y de su amor por Chávez y su férrea defensa de La Revolución.
   La de Fruto Vivas y su sueño por la convivencia urbana. La Caracas del Cuartel de La Montaña y de Chávez sembrado en el corazón del 23 de Enero.
   La Caracas de la mujer con conciencia política y con conciencia de su rol en la historia que se está escribiendo en este país. La negritud orgullosa de Carolys Helena Pérez y Marelis o la militancia rebelde de Blanca Eekhout y la juventud que danza orgullosa en La Diego Ibarra cada vez que el son suena a rabiar.
   En esta otra Caracas la gente tiene sus propios ídolos y nada pertenece a las elites. Lloviznando Canto le sigue cantando a los cerros y a la rebeldía. El Colectivo La Cantera sigue investigando y cantándole a la cotidianidad. Dame Pa´Matala sigue haciendo música urbana y salsa, pero con contenido social. José Alejandro Paredes brinda su canto, sin tarifas ni poses de divo, para esa juventud que busca encender su alma.

   Desde esa “otra” Caracas se apuesta por la paz, por la convivencia entre todos, por el respeto y se reivindica además, la condición de ciudadano de todos los que habitamos esta selva urbana, que necesariamente exige; humanización!          

jueves, 10 de noviembre de 2016

NO GANÓ TRUMP, GANÓ LA XENOFOBIA

   La globalización, que no es más que la mundialización del Modo de Producción Capitalista, que si bien se expresa de modo general, estimula sin dudas los nacionalismos, el racismo, la xenofobia, la discriminación y el individualismo.
Lo que ocurre hoy por ejemplo con la ola de inmigrantes que pueblan las orillas o fronteras europeas; hombres y mujeres que huyen de la guerra y de los conflictos armados y que arriesgan sus vidas en las aguas fieras del mediterráneo, es la realidad más cruenta, que choca como una bofetada en el rostro del racionalismo, en el rostro de la humanidad y que resulta una vergüenza para el hombre. Pues, el recibimiento es más vergonzoso aun. Como si se tratara de animales que invaden un terreno ajeno, son atacados con palos, piedras, machetes y armas de fuego. Y en otros casos, países que construyen muros para aislar a los “invasores”.
Hay un renacer de la xenofobia y del racismo en el mundo. A los inmigrantes los atacan con palos y piedras. Ah, pero también a los latinos, a los negros, a los homosexuales, a los gitanos.
El Mundo se ha fragmentado y la especie humana cada día acrecienta más su odio contra si misma. Los llamados países del Primer Mundo; civilizados, avanzados, desarrollados, no escatiman en mostrar sus mayores miserias humanas.
Por estos días en Inglaterra una pareja de ciudadanos españoles fue agredida por que estaban conversando en español, no en ingles. Los “Hooligans” ingleses se han diseminado por toda Europa. La llamada “Enfermedad Inglesa” corre por todo el continente.
El mundo fue testigo de la bajeza en el debate electoral por la presidencia de los EEUU. Los dos principales candidatos a la primera magistratura, Hillary Clinton y Donald Trump, “se sacaron los trapitos”. Por una parte Hillary representaba la continuidad de las políticas de Barack Obama, y Trump “el genuino sentimiento Americano”.
No es casual que la campaña de Donald Traump estuvo dirigida básicamente a atacar a los inmigrantes, latinos y mexicanos principalmente y hasta planteo la creación de un muro total en la extensa frontera con ese país. Él sabía que sus declaraciones sacrificaban el voto latino, pero que en lo más profundo de la sociedad norteamericana, ganaba sus mayores adeptos.
Para nadie es un secreto que mucha gente “huye” hacía los EEUU en busca del Sueño Americano. Y es que en los EEUU, en lo más profundo de su sociedad, asumen como forma de vida, el nacionalismo, el racismo, la xenofobia. Traump es algo así como “la esperanza blanca”. Por ello sostenemos que quien ganó realmente la elección estadounidense fue el discurso xenófobo de Trump.
Donald Traump tocó la fibra del estadounidense genuino, de la raza blanca, de ese que siente que a su país llega gente a robarle las oportunidades.
Esta vez ganó la ola de odio que mueve al mundo. El desprecio, la discriminación y toda la miseria humana que poco a poco se imponen. Lo humano cada día se diluye más. Y no es que Hillary sea mejor que Trump, no nos referimos a ello. La diferencia estriba en que Trump no esconde los modales y asume sin decoro el aspecto más cruel de la crisis del sistema. Esa que deja al descubierto el lado mercenario del derrumbe del capitalismo. 

viernes, 4 de noviembre de 2016

LAS COSAS QUE NOS UNEN

   Para quienes desde siempre militamos en la izquierda; valga decir, en la irreverencia, en la rebeldía y en la terquedad de soñar con una sociedad más justa. De igualdad social y de justicia. Que hemos caminado en las adversidades, en infinidad de derrotas y de dolores. Signados siempre por las carencias, pero forjando siempre el  corazón en la sensibilidad y la solidaridad. Y asumiéndonos humanos, donde el prójimo no es una abstracción, sino una conciencia. O un niño de la calle, o una madre sin hogar, o un padre de familia desempleado, o un enfermo, o un desvalido.
   Son infinidad de cosas las que nos unen. Así la música, la poesía, el encuentro fraterno de quienes militamos en el mismo empeño. El chavismo por ejemplo es nuestra más hermosa terquedad. Pues, vamos contra los pronósticos, pero férreamente comprometidos con las clases sociales más pobres y necesitadas de este país. Esos millones de venezolanos invisibilizados por siempre, que  sólo existían como simple estadística, y además como número negativo.
  Por estos días cuando entregaban un apartamento a una familia, hecho por lo demás cotidiano en esta Venezuela, una hermosa niña le dirigió un mensaje de agradecimiento al Presidente Maduro, de su rostro manaban lagrimas, que de seguro venían de su alma noble y sincera. Y la militancia revolucionaria nos dice que se está haciendo lo correcto.
   Son LAS COSAS QUE NOS UNEN y que nos hace encontrarnos en una direccionalidad política. Por las redes sociales corrió una imagen por estos días, de una joven con una pancarta que pedía la eliminación de la educación gratuita. Pero más allá de esa lectura quedan plasmadas dos visiones de país. Lo que algunos llaman “La Polarización”, pero que nosotros desde la izquierda definimos (y desde los argumentos que nos dan las categorías marxistas), como Lucha de Clases sociales.
    Las élites, la burguesía no admite que los hijos del pueblo vayan a las universidades. Que a los niños se les de computadoras, libros, uniformes, comida. Ellos asumen la educación como un privilegio, nosotros como un derecho.
    LAS COSAS QUE NOS UNEN pueden hasta rayar en lo trivial. Son como códigos, como un lenguaje que nos identifica, pero que a la vez nos une.
   Ir a una marcha chavista es alegría. Es reencontrarnos con Chávez. Su voz copa todos los espacios. Los alta voces se disputan su mejor frase y siempre se escucha, como saliéndole del alma; “los que quieran patria, vengan conmigo”. Es un gran encuentro humano. Si acaso nuestro mayor odio, es por el sistema capitalista, “el causante de los males que está sufriendo mi pueblo”, que al fin de cuentas nos quiere oprimidos, dóciles, conformistas. Por eso alguien decía que, “ellos llaman paz social al silencio de los oprimidos”.
  Que el país está polarizado? Bueno, nosotros asumimos las banderas de la justicia social, del amor y del respeto del hombre. Las banderas del humanismo. Los que portan las banderas del odio, por ellos también luchamos.
   A los de izquierda, a los chavistas nos une Alí Primera, un Solo Pueblo, Amarantha, La Cantera, la canción “Hombre” de Solimar Cardenas, “Febreros y Abriles” de Amilcar Briceño, el rock rebelde de Paul Gillman, los damnificados que luego son reivindicados. La Misión Nevado que nos recuerda siempre aquel gesto noble del Comandante por un perro abandonado. Nos une La Feria del Libro en El Teresa Carreño y sus pasillos llenos de poesía y de ganas de leer. Y nos une un Nicolás Maduro asumiendo con el alma un compromiso que le legó el genio de Hugo Chávez. Y nos une un Diosdado Cabello irreductible y firme. Radicalizado y conciente de su rol histórico. Y nos une el odio de clases de quienes nos quieren desclasados.

   Ellos no entienden, pero nos une el amor, la fe y la esperanza por la alborada. 

UN GIRO A LA DERECHA

        Hay compañeros que viven en una permanente crítica al gobierno bolivariano. Son implacables, severos y constantes en sus críticas. T...