Para quienes desde siempre
militamos en la izquierda; valga decir, en la irreverencia, en la rebeldía y en
la terquedad de soñar con una sociedad más justa. De igualdad social y de
justicia. Que hemos caminado en las adversidades, en infinidad de derrotas y de
dolores. Signados siempre por las carencias, pero forjando siempre el corazón en la sensibilidad y la solidaridad.
Y asumiéndonos humanos, donde el prójimo no es una abstracción, sino una
conciencia. O un niño de la calle, o una madre sin hogar, o un padre de familia
desempleado, o un enfermo, o un desvalido.
Son infinidad de cosas las que nos unen. Así la música, la
poesía, el encuentro fraterno de quienes militamos en el mismo empeño. El
chavismo por ejemplo es nuestra más hermosa terquedad. Pues, vamos contra los
pronósticos, pero férreamente comprometidos con las clases sociales más pobres
y necesitadas de este país. Esos millones de venezolanos invisibilizados por
siempre, que sólo existían como simple
estadística, y además como número negativo.
Por estos días cuando entregaban un apartamento a una familia,
hecho por lo demás cotidiano en esta Venezuela, una hermosa niña le dirigió un
mensaje de agradecimiento al Presidente Maduro, de su rostro manaban lagrimas,
que de seguro venían de su alma noble y sincera. Y la militancia revolucionaria
nos dice que se está haciendo lo correcto.
Son LAS COSAS QUE NOS UNEN y que nos hace encontrarnos en una
direccionalidad política. Por las redes sociales corrió una imagen por estos días,
de una joven con una pancarta que pedía la eliminación de la educación
gratuita. Pero más allá de esa lectura quedan plasmadas dos visiones de país.
Lo que algunos llaman “La Polarización”, pero que nosotros desde la izquierda
definimos (y desde los argumentos que nos dan las categorías marxistas), como
Lucha de Clases sociales.
Las élites, la burguesía no admite que los hijos del pueblo
vayan a las universidades. Que a los niños se les de computadoras, libros,
uniformes, comida. Ellos asumen la educación como un privilegio, nosotros como
un derecho.
LAS COSAS QUE NOS UNEN pueden hasta rayar en lo trivial. Son
como códigos, como un lenguaje que nos identifica, pero que a la vez nos une.
Ir a una marcha chavista es alegría. Es reencontrarnos con Chávez.
Su voz copa todos los espacios. Los alta voces se disputan su mejor frase y
siempre se escucha, como saliéndole del alma; “los que quieran patria, vengan
conmigo”. Es un gran encuentro humano. Si acaso nuestro mayor odio, es por el
sistema capitalista, “el causante de los males que está sufriendo mi pueblo”,
que al fin de cuentas nos quiere oprimidos, dóciles, conformistas. Por eso
alguien decía que, “ellos llaman paz social al silencio de los oprimidos”.
Que el país está polarizado? Bueno, nosotros asumimos las
banderas de la justicia social, del amor y del respeto del hombre. Las banderas
del humanismo. Los que portan las banderas del odio, por ellos también
luchamos.
A los de izquierda, a los chavistas nos une Alí Primera, un Solo
Pueblo, Amarantha, La Cantera, la canción “Hombre” de Solimar Cardenas, “Febreros
y Abriles” de Amilcar Briceño, el rock rebelde de Paul Gillman, los damnificados
que luego son reivindicados. La Misión Nevado que nos recuerda siempre aquel
gesto noble del Comandante por un perro abandonado. Nos une La Feria del Libro
en El Teresa Carreño y sus pasillos llenos de poesía y de ganas de leer. Y nos
une un Nicolás Maduro asumiendo con el alma un compromiso que le legó el genio
de Hugo Chávez. Y nos une un Diosdado Cabello irreductible y firme.
Radicalizado y conciente de su rol histórico. Y nos une el odio de clases de
quienes nos quieren desclasados.
Ellos no entienden, pero nos une el amor, la fe y la esperanza
por la alborada.
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