Parecieran dos Caracas en una, pero se mezclan
entre ellas, quizás las fronteras son mentales, pero todos la atraviesan de un
lado a otro. Cada una puja por imponer su lenguaje. De un lado hay odio,
rechazo por todo lo que huele a chavismo. Hay fobia por el color rojo y rechazo
rotundo por todo aquello que inspira la rebeldía de los revolucionarios. Se ve
poco el rostro de Chávez y casi no se ve el rostro rebelde y furtivo del Che.
Hay un irracionalismo terrible en los análisis y opiniones. Incluso de gente
que aparenta ser culta. Fenómeno este del que se han contagiado incluso
trabajadores de peluquerías, supermercados, tiendas, panaderías, etc. Ellos
también emiten sus comentarios contundentes y recios hacía el “régimen”.
Por estos días, en plena Feria del Libro, en
El Teresa Carreño, se presento un musical; “A Todo Volumén”; que no era
precisamente auspiciado por el gobierno revolucionario, y asistieron muchas
personas del Este de la ciudad. Y con honestidad hay que decir, que casi con la
nariz tapada, llegaron hasta la sala Ríos Reina, pues, los chavistas tenían
abarrotados los pasillos del teatro y además el pendón gigante con el rostro de
Chávez como que les insinuaba una bienvenida poco agradable. Ya dentro del
teatro, cuando empieza la luz a bajar poco a poco su brillo, una voz firme
dice: “El Gobierno de La República Bolivariana de Venezuela…”, eso es el
acabose. Casi se tapan los oídos.
Del otro lado de la ciudad, al Oeste, se
respira otro aire. Es como que usted traspasara una barrera y se tropieza con
gente común; que sufre sin dudas los avatares de la Guerra Económica, pero que
respiran solidaridad, humanidad. Y algo “extraño”, gente que es despreciada y
estigmatizada por los del odio, pero que leen, que hacen análisis de coyuntura;
gente que entiende su entorno y que parecieran militar en un sueño común.
Es la otra Caracas. La de La Feria del
Libro, de La Feria de Música, del Suena Caracas, la de los museos abiertos al
pueblo, la de los libreros, la de La Plaza Venezuela iluminada y radiante, la de
los mercados periféricos y la de las ciclo vías, la de los domingos de
bicicleta y patinetas, la del Ávila y la de La Ruta Sana de La Alimentación.
En esta otra Caracas hay conciencia
política. Gente que vivió en carne propia El Caracazo y los allanamientos a la
UCV y la muerte y la persecución de estudiantes. Gente que vio a los
francotiradores apostados en los edificios aledaños al Palacio de Gobierno y
vio caer gente muerte. Gente que vivió el engaño y derrocamiento de Hugo
Chávez, pero que luego salió en su defensa y restitución.
La Caracas de Lina Ron y su Esquina
Caliente; y de su amor por Chávez y su férrea defensa de La Revolución.
La de Fruto Vivas y su sueño por la
convivencia urbana. La Caracas del Cuartel de La Montaña y de Chávez sembrado
en el corazón del 23 de Enero.
La Caracas de la mujer con conciencia
política y con conciencia de su rol en la historia que se está escribiendo en
este país. La negritud orgullosa de Carolys Helena Pérez y Marelis o la
militancia rebelde de Blanca Eekhout y la juventud que danza orgullosa en La
Diego Ibarra cada vez que el son suena a rabiar.
En esta otra Caracas la gente tiene sus
propios ídolos y nada pertenece a las elites. Lloviznando Canto le sigue
cantando a los cerros y a la rebeldía. El Colectivo La Cantera sigue
investigando y cantándole a la cotidianidad. Dame Pa´Matala sigue haciendo
música urbana y salsa, pero con contenido social. José Alejandro Paredes brinda
su canto, sin tarifas ni poses de divo, para esa juventud que busca encender su
alma.
Desde esa “otra” Caracas se apuesta por la
paz, por la convivencia entre todos, por el respeto y se reivindica además, la
condición de ciudadano de todos los que habitamos esta selva urbana, que
necesariamente exige; humanización!
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