Sin dudas que el
capitalismo; como modo de producción y expresión política y cultural, se
expresa hoy de manera hegemónica. Está en su fase superior. La globalización no
es más que la mundialización del poder del capitalismo y en consecuencia, la
mundialización de la pobreza, de las desigualdades sociales, la mundialización
del deterioro de la vida de millones de seres humanos y del deterioro
irremediable del planeta; de sus recursos naturales y fuentes de energía.
Irónicamente el
mundo parece estancarse, en apenas los primeros vestigios del siglo XXI, es un
periodo de obscurantismo y de pocas luces. Las corrientes que alimentan el
espíritu y la inteligencia humana, parecen de poca importancia. La filosofía y
la poesía pareciera que ni sirven para comprender nada ni para aliviar nada.
Todo está supeditado a la resignación. Prohibido soñar.
Mientras todo se
globaliza, son más los pobres en el mundo. Mas gente muere de hambre y el mundo
parece reducir sus fronteras (recomiendo leer el artículo de Leonardo Boff;
“Declaración de la ilegalidad de la pobreza ante la ONU”, 14 mayo 2017,
Servicios Koinonia). No hay a donde ir,
por que todo lo copa “la mano invisible del mercado”. Somos inmigrantes de
nuestro propio mundo.
Un ejemplo de cómo
la pobreza crece y crece y de cómo las desigualdades se agigantan, lo ilustra
Leonardo Boff (ver artículo recomendado), cuando refiere los resultados que
expresa la ONG OXFAM, quien se ha dedicado a estudiar las desigualdades en el
mundo, y señalan que en Davos, Suiza, en 2017, ocho personas, radicadas en
Suiza, “poseen una riqueza equivalente a la de 3,6 mil millones de personas. Es
decir, cerca de la mitad de la humanidad vive en situación de penuria sea como
pobreza extrema, sea simplemente como pobreza, al lado de la más degradante
riqueza”
El fascismo es
entonces la expresión más violenta y denigrante, convertida en ideología y en
práctica política, de los factores hegemónicos y centros de poder del mundo.
Este recorre el mundo como un fantasma y azota, sin piedad, todo cuanto parezca
esperanzador, alternativo, humano, y por que no decirlo, azote de las minorías
(o mayorías?), humanas. Valga decir, los pobres, los negros, los homosexuales,
los inmigrantes y toda expresión humana que genera esperanzas y alternativas.
El fascismo
arrastra prácticas que se creían erradicadas. Nuevamente el racismo puebla las
entrañas del mundo. La discriminación, humillación y persecución de seres
humanos son expresiones ya cotidianas entre nosotros. Se ve en los estadium de
futbol, en las calles de cualquier ciudad europea, en Norteamérica como también
en cualquier ciudad Latinoamericana.
Las protestas que
se desarrollan por estos días en Venezuela, alimentadas por acciones fascistas,
tienen la urgencia de acabar con El Gobierno Bolivariano, dado que este,
peligrosamente para quienes le niegan el derecho a las mayorías pobres, puede
convertirse en un ejemplo a seguir en el mundo. Por eso mataron a Hugo Chávez,
por que su voz y su liderazgo se estaban empezando a oír en el mundo. Ah, pero
también, y esto no se puede negar, Venezuela posee importantes fuentes
energéticas, apetecibles y necesarias para los centros de poder del mundo.
Venezuela libra una
batalla épica. Y sus resultados han de tener una connotación global. O bien por
el triunfo de la opresión o bien por el triunfo de la esperanza y la
convivencia. Quieren nuestra resignación y silencio, pero se olvidan que soñar
es un derecho y una necesidad. “Podrán cortar las flores, pero no podrán
detener la primavera”.
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