Si asumimos que el Gobierno
Bolivariano es un gobierno subversivo y rebelde, entonces el statu quo lo
representan los sectores oposicionistas que se expresan a través de la MUD. A
los que quizás muchos califican de conservadores o radicales. Extrema derecha
también les dicen.
El Gobierno Bolivariano se empeña en
propiciar transformaciones importantes en la sociedad. Y casi que como eje
transversal de sus políticas públicas,
está el hecho, por lo demás cierto, de la inversión social y el diseño de
estructuras burocráticas para beneficiar a las mayorías pobres y
tradicionalmente excluidas e invisibilizadas del país.
No es casual que Venezuela haya
erradicado el analfabetismo o que haya masificado la educación media y
universitaria. Como no es casual el plan masivo de viviendas que ha permitido
que en 2016 se hayan entregado más de un millón quinientas mil viviendas. O que
en el país existan, en una clara acción de justicia social, más de tres
millones de pensionados.
Mas sin embargo, Venezuela es objeto
de una cruenta guerra económica; guerra de cuarta generación o no convencional,
donde los EEUU actuando como “el policía del mundo”, en alianza estratégica con
los sectores más reaccionarios de la burguesía nacional, han decidido implar en
el país la dictadura del caos y del odio. De la manipulación, de la postverdad
y de la massmedia que busca, afanosamente, alterar la psiquis del ciudadano,
para luego poder manipularlo a su antojo.
Siembran la idea en el mundo de que el
Gobierno Bolivariano es una dictadura cruenta y sanguinaria, de que hay
hambruna, de que la fuerza pública reprime las “pacificas” manifestaciones de
gente que sale a las calles a protestar por hambre y falta de medicinas. A eso
le adicionan, cual mejor escenario de Hollywood, jóvenes “actores” disfrazados
de paramédicos, con batas blancas y cascos, para convencer al mundo de que
ciertamente en Venezuela hay una guerra entre la población civil indefensa en
contra de un gobierno dictatorial y represor.
Las grandes organizaciones musicales
y deportivas, que controlan las carreas de muchos venezolanos, hacen lo propio.
Es triste ver a muchos ídolos nuestros pronunciarse pidiendo el fin de la
dictadura y lanzando un SOS por Venezuela.
Más, a lo interno sabemos que ni hay
dictadura, ni hay hambruna ni hay guerra. Que la verdadera dictadura, por
calificar de alguna manera la hostilidad, es la que ejercen los sectores
oposicionistas violentos hacía todo lo que huele a chavismo (Recomiendo leer el
artículo de Luigino Bracci; “Manual para no ser confundido como chavista”. VER:
Blogger//lubrio.blogspot.com).
El chavismo es gobierno pero se
milita en él “clandestinamente”. Los violentos y fascistas andan a la caza de
sus posibles víctimas. Ya ha habido quemados, golpeados, humillados,
maltratados.
El fascismo es la verdadera dictadura
que empieza a mostrar sus dientes en Venezuela. La MUD y sus operadores
políticos tienen luz verde para impulsar el caos y la violencia. El dinero ya
está disponible y las instrucciones están impartidas. La orden es el caos
total. La impunidad está garantizada. El Ministerio Público hace su
colaboración al “suspender” la justicia. Con el foquismo se buscan minar todos
los espacios y con pequeños caos, trancas y guarimbas lograr el malestar
general. El concepto de democracia queda pospuesto para cuando ellos tomen el
poder. Para entonces sí quedará institucionalizada la dictadura.
Como lo dijimos en su momento, la
propuesta de constituyente planteada por Nicolás Maduro es una jugada maestra
en el tablero del ajedrez político. Pues, al fin de cuentas la coyuntura de la
crisis es fundamentalmente política, no es jurídica. Por ello a Nicolás Maduro
lo asiste la razón cuando llama a los sectores revolucionarios y progresistas a
unificarnos en la idea constituyentista. No es hora de vacilar ni de dudar.
Está en juego la democracia.
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