viernes, 16 de marzo de 2018

LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA Y LA REVOLUCIÓN HUMANA.



   No se puede negar el alto nivel de masificación con que cuenta la educación universitaria en Venezuela. Todo joven que se gradúa de bachiller tiene casi asegurado su cupo universitario. Las opciones son diversas y en la mayoría de los casos sin necesidad de trasladarse a lugares lejanos de su núcleo familiar. Y lo más importante, y sin negar la gran gama de universidades privadas y de calidad que existen en el país, de manera gratuita pueden ingresar a una carrera universitaria.
   No obste de ser esto algo tan cotidiano en la sociedad venezolana, no es así en muchas latitudes del mundo y en muchas sociedades del llamado primer mundo o sociedades avanzadas. En la gran mayoría de las sociedades ir a una universidad NO es un derecho. Si una familia no cuenta con los recursos económicos suficientes, lamentablemente sus hijos o familiares directos no podrán formarse en la academia.
  Para muchas familias, en otras latitudes y en otras sociedades, el que un joven pueda asistir a una universidad, es realmente una inversión. Y no solo inversión de tiempo, sino de recursos económicos.
   Venezuela tiene uno de los índices más altos en cuanto a la masificación de la educación universitaria. En comparación con el resto del mundo nuestro país ocupa el 5to lugar. Superando en matrícula universitaria (masificación escolar), a países como EEUU, Francia, España, Italia, Japón y China. Y esto no es un invento, está certificado por la UNESCO.
   Y en América Latina ocupa el segundo lugar en matrícula escolar con un 83%. La tasa bruta de matriculación universitaria en Venezuela es 2,5 veces superior al promedio del resto de la región.
   En nuestro país la Educación  está consagrada como un Derecho Humano (VER: Constitución Nacional.  Capítulo VI “De Los Derechos Culturales y Educativos”, artículo 102), y además consagra la gratuidad de la misma.
   Sin duda que el gran reto que plantea la academia es que nuestros jóvenes se conviertan en vanguardia del desarrollo y del progreso. Se estudia para vencer las sombras, pero también para transformar, para revolucionar. Se estudia para penetrar la complejidad, para viajar por la rigurosidad de la ciencia y traer las nociones y el conocimiento a la vida cotidiana y darle utilidad, funcionalidad y vitalidad. Se estudia para entender al hombre y humanizar el entorno. Para entender que somos solo un gesto “insignificante” y minúsculo del universo, que nuestra vida solo dura un suspiro y que la evolución nos ha ido convirtiendo poco a poco en un mostro que marcha aceleradamente hacía su propia destrucción.
   Hoy más que nunca la educación tiene que servir para hacer revolución. Revolucionar todo. Revolucionar la vida.  

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