No se puede negar el
alto nivel de masificación con que cuenta la educación universitaria en
Venezuela. Todo joven que se gradúa de bachiller tiene casi asegurado su cupo
universitario. Las opciones son diversas y en la mayoría de los casos sin
necesidad de trasladarse a lugares lejanos de su núcleo familiar. Y lo más
importante, y sin negar la gran gama de universidades privadas y de calidad que
existen en el país, de manera gratuita pueden ingresar a una carrera
universitaria.
No obste de ser esto
algo tan cotidiano en la sociedad venezolana, no es así en muchas latitudes del
mundo y en muchas sociedades del llamado primer mundo o sociedades avanzadas.
En la gran mayoría de las sociedades ir a una universidad NO es un derecho. Si
una familia no cuenta con los recursos económicos suficientes, lamentablemente
sus hijos o familiares directos no podrán formarse en la academia.
Para muchas familias, en otras latitudes y en
otras sociedades, el que un joven pueda asistir a una universidad, es realmente
una inversión. Y no solo inversión de tiempo, sino de recursos económicos.
Venezuela tiene uno
de los índices más altos en cuanto a la masificación de la educación
universitaria. En comparación con el resto del mundo nuestro país ocupa el 5to
lugar. Superando en matrícula universitaria (masificación escolar), a países como
EEUU, Francia, España, Italia, Japón y China. Y esto no es un invento, está
certificado por la UNESCO.
Y en América Latina ocupa
el segundo lugar en matrícula escolar con un 83%. La tasa bruta de
matriculación universitaria en Venezuela es 2,5 veces superior al promedio del
resto de la región.
En nuestro país la
Educación está consagrada como un
Derecho Humano (VER: Constitución Nacional. Capítulo VI “De Los Derechos Culturales y
Educativos”, artículo 102), y además consagra la gratuidad de la misma.
Sin duda que el gran
reto que plantea la academia es que nuestros jóvenes se conviertan en
vanguardia del desarrollo y del progreso. Se estudia para vencer las sombras,
pero también para transformar, para revolucionar. Se estudia para penetrar la
complejidad, para viajar por la rigurosidad de la ciencia y traer las nociones
y el conocimiento a la vida cotidiana y darle utilidad, funcionalidad y
vitalidad. Se estudia para entender al hombre y humanizar el entorno. Para
entender que somos solo un gesto “insignificante” y minúsculo del universo, que
nuestra vida solo dura un suspiro y que la evolución nos ha ido convirtiendo
poco a poco en un mostro que marcha aceleradamente hacía su propia destrucción.
Hoy más que nunca la
educación tiene que servir para hacer revolución. Revolucionar todo.
Revolucionar la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario